Antonio Gómez, Apenas sin palabras (2014)

Antonio Gómez, Apenas sin palabras (2014)

 

Autor: Felipe Muriel
Filiación: TIEDPAAN, Universidad de Córdoba (España)
E-Mail: [email protected]

 

RESUMEN
Antonio Gómez, uno de los autores más considerados de la experimentación poética española, acaba de publicar una extensa antología, en la que incluye su producción objetual y diecinueve performances. El artículo pretende proporcionar a los lectores las claves fundamentales de su versátil obra.
Palabras claves: Poesía experimental, poema- objeto, performance.

ABSTRACT
Antonio Gómez, one of the most respected authors in Spanish experimental poetry has just published an extensive anthology in which he includes his object-poems and nineteen performances. The article aims to provide the keys of his versatile work.
Keywords: Experimental poetry, object-poem, performance

 

La Editora Regional de Extremadura acaba de publicar en septiembre de 2014 un volumen recopilatorio de la obra experimental de Antonio Gómez. A pesar de que para muchos hispanohablantes su nombre resulte desconocido, es uno de los autores más respetado de la experimentación poética española en el ámbito internacional1.

Abarca más de treinta años de su trayectoria, desde 1980 a 2013; quedan fuera de ese período su fase de formación y no se incluye su obra discursiva.

Sus acercamientos a la otra escritura se remontan a finales de los sesenta en su ciudad natal, Cuenca (España), donde conoce a Carlos de la Rica, poeta vinculado al Postismo y a Ángel Crespo, poeta y difusor de la poesía concreta brasileña; la conferencia que Julio Campal impartió el cinco de marzo de 1968 le ayuda a darse cuenta de lo que representa la poesía de vanguardia y las revistas de arte que se recibían en el Museo de Arte Abstracto de Cuenca le orientan respecto a las últimas tendencias europeas y americanas.

En 1969, monta con Carlos de la Rica en la Casa de la Cultura de Cuenca una exposición colectiva, titulada «Poesía visual y concreta», en la que participa Joan Brossa con una pieza perteneciente a la serie de «Poemes Habitables», y sirve para presentar al denominado grupo de Cuenca: Carlos de la Rica, Luis Martínez Muro, Jesús Antonio Rojas y Antonio Gómez2.

La participación de Gómez en los Encuentros de Pamplona en 1972 supone una ampliación de su horizonte estético. Percibe las posibilidades artísticas de las acciones y performances, gracias a Ignacio Gómez de Liaño, al grupo Zaj, a Juan Hidalgo. De regreso de los Encuentros proyecta «Agonizando» e intenta ejecutarlo en dos ocasiones con el grupo de teatro del que formaba parte, «Alfonso VIII», pero el Gobierno Civil de Cuenca deniega el permiso. Ese mismo año, 1972, lleva a cabo la acción «Es el momento». Acuerda con cuatro amigos, residentes en Bilbao, Barcelona, Valencia y Madrid, que le remitan el mismo día y a la misma hora sendos telegramas con el texto: «Es el momento, actúa». En definitiva, las acciones poéticas traslucen los deseos de libertad de la sociedad española y expresan el rechazo al moribundo régimen franquista3.

Tras su marcha de Cuenca en 1974 y su estancia en el Sahara como trabajador en los fosfatos de Bucraa, vuelve a la península obligado por la Marcha Verde y fija su residencia en 1978 en Mérida (España). Descubre la poesía objetual de Joan Brossa y empieza a practicarla. Expone por primera vez en Extremadura en la Diputación de Badajoz en enero de 1979. Se trata de una muestra colectiva, «Lo experimental en lo poético», en la que participan Antonio Gómez, Carlos de la Rica, Felipe Boso…. . Por esas fechas Felipe Boso incluye una obra suya, «Antología poética (marzo 1980 – abril 1981)», en el artículo recopilatorio «Poesía visual en España hoy», aparecido en el número 11 de la revista Poesía . Interviene en «CONCRETISMO-80», organizada por Pablo del Barco en el Museo de Arte Contemporáneo de Sevilla, en febrero de 1980, con el «Homenaje a Jean Cocteau», uno de sus primeros poemas-objeto realizado en Mérida. También en mayo de ese año asiste a la muestra, «Septet Visual», que cuelga Joan Brossa en el Museo Vostell de Malpartida de Cáceres.

Vista su obra desde la perspectiva que dan los años, resulta a todas luces inclasificable, ya que transita tanto por la poesía discursiva como por el poema visual de ascendencia letrista, el poema-objeto, las instalaciones, el libro de artista o el arte postal. El sello personal que imprime a todas sus acciones poéticas también deja su impronta en la configuración externa del libro.

Frente al carácter convencional de las ediciones comerciales, Apenas sin palabras se presenta envuelto por una blonda de papel blanco. El autor ha escogido ese festón, típico de las celebraciones, con el propósito de introducir un matiz lúdico en la portada. El libro como fiesta de la creación, a la que todos los lectores-espectadores están invitados a participar.

Apenas sin palabras subraya la desconfianza en el lenguaje verbal, que es reemplazado por códigos alternativos como los objetos manipulados o las acciones poéticas.

La obra objetual de Gómez se define por la desnudez expresiva y la condensación semántica . Si repasamos la colección de objetos poéticos, resulta difícil distinguir fases en su trayectoria, ya que es fiel a los mismos registros temáticos e insiste en las mismas actitudes críticas ante la política, las instituciones sociales, religiosas… Aún así, hubiese sido de gran utilidad para los lectores que se hubiese fechado la realización de las piezas e incluso diferenciado cuándo se ideó y cuándo se ejecutó; de esa manera se facilita la labor de los presentes y futuros investigadores.

Dentro del proceso de apropiación y recontextualización de los objetos para dotarlos de significado se destacan dos modalidades: la mera exposición o la transformación. Al primer tipo pertenece «Antología poética (marzo 1980 – abril 1981)», incomprensiblemente excluida de la antología. La obra frustra las expectativas del receptor porque, en vez de encontrarse una selección de poemas, se enfrenta a doce agotadas barras de bolígrafo, que aluden por acción de la metonimia al oficio de escribir durante los doce meses de un año . El protagonismo se ha desplazado del sujeto al objeto. Son las cosas, los materiales banales, los que hablan por él. Se trata de objetos de uso cotidiano, sin firma sin origen, a los que la mirada poética envuelve con el aura del misterio y asombro.

La diseminación de manchas negras sobre fondo blanco representa gráficamente la escritura, a la vez que constituye una reflexión metaliteraria sobre los límites del lenguaje. La imposibilidad de traducir en palabras nuestra relación con el mundo y la creciente devaluación de la lengua determina su abandono y el cultivo de una escritura que pretende, a la manera del arte povera, arrancar significaciones de elementos aparentemente insignificantes como las gastadas barras de bolígrafo.

La vaina de branquiquiton («Metáfora», 1996) o los cascabillos de bellota ejemplifican la redención estética de los objetos humildes, naturales o artificiales, y la vuelta a la Naturaleza:

Figura 1

El aspecto de vientre fecundo de la primera sugiere los nuevos sentidos (las perlas del interior) que la mirada descubre en lo cotidiano, a la vez que nos muestra cómo irrumpe lo maravilloso en la realidad común .
«Sangre de colores» (1998) ofrece un caso de creación objetual, esta vez la transformación de una rama de rosal en utensilio de escribir:

Figura 2

Se alinean siete lápices con espinas. El lápiz se vincula a la escritura y la rosa es considerada símbolo tradicional de la poesía, luego la identificación metafórica de aquélla con las espinas sugiere que el proceso creador no es una actividad placentera, sino, por el contrario, un rito doloroso que conlleva como los sacrificios un derramamiento, esta vez simbólico, de sangre. En nuestra cultura, el refrán «La letra con sangre entra» resume esa experiencia dolorosa del aprendizaje4.

Poemas-objeto como «Desata el nudo que te ata» (2000) y «Verdades eternas» (1998) demuestran cómo no se puede desligar la obra objetual de Antonio Gómez de la poesía discursiva. Uno viejo poema, titulado «Desata el nudo que te ata», provoca dos piezas objetuales. Para su elaboración empleó un cabo de cordón plateado de casi diez metros de largo y en su realización tardó cerca de un año. Fijémonos en la segunda, a nuestro parecer más sugerente.

«Desata el nudo que te ata II» (2000) yuxtapone elementos contrapuestos, pero contiguos: una tijera abierta en actitud de cortar, pero imposibilitada de hacerlo por los nudos:

Figura 3

Esta escena refleja, a pesar del ruego contenido en el título, la impotencia del ser humano para vencer las trabas que limitan su pleno desarrollo. La vida se concibe como una cárcel, un laberinto sin salida.

El poeta opera sobre el mundo conceptualizado de las representaciones del poder, los símbolos de la autoridad religiosa . La corona, la bandera, la moneda, unas medallas, una cruz, un libro religioso son signos que el poeta supersignifica al descontextualizarlos y recontextualizarlos con nuevos materiales. Se subvierten los valores oficiales de la corona y la bandera.

La oposición al vetusto régimen monárquico, representado por una calavera, se suaviza en «Monarquía» (2005) con la corona de fiesta de cumpleaños que luce el cráneo. Ese toque de humor naïf, de comicidad popular, se extiende a «Sus Majestades» (2005) y a «El Principito» (2006). En el primero, se parodian sus reales Señorías con la coronación de un melón y una sandía; en el otro, el blanco de la risa es el heredero que, asimilado al monigote de papel que se cuelga a los desprevenidos el día de los Santos Inocentes, despierta sentimientos de ternura. El monigote se hizo recortando la noticia en la que se anuncia la petición de mano de doña Leticia Ortiz por el Príncipe de España (El País, 12/1/2004):

Figura 4

Antonio Gómez implica al receptor en «Bandera a la española». La sustitución del asta de una bandera por un fósforo encierra una recomendación implícita, la quema de los símbolos que separan y destruyen a los hombres. La obra fue creada a comienzos de los noventa, cuando la sociedad europea asistía impávida ante los horrores de la guerra de Bosnia.

La crítica a la religión se aprecia en «Verdades eternas» (1998), donde se superponen dos discursos: uno preexistente, la página del devocionario Verdades eternas y el nuevo, un eneasílabo Caminar por caminar cansa, que, desarrollado, dará pie, primero, a un poema y luego a un libro , sobre una mancha blanca:

Figura 5

La mancha blanca simula un tachón, que aparenta clausurar la lectura del texto anterior, pero se filtra. El carácter doble del texto sobre un mismo soporte demuestra su categoría de palimpsesto. El sentido circula entre ambos. La aventura humana se tensa entre el sueño de Dios y el testimonio desencantado del viajero, que transpira tedio merced a la aliteración de consonantes oclusivas, nasales y vibrantes (caminar por caminar cansa) y marcha sin rumbo fijo.

Como la mayor parte de los artistas conceptuales, Antonio Gómez trabaja en el campo de la acción. La acción es un lenguaje permeable a otras disciplinas como la música el teatro, la poesía, la pintura y la escultura. Entre las diversas modalidades de acción , se inclina por la escenificación ritual con matices poéticos.

Si en la creación de los objetos poéticos hay una continuidad desde los años ochenta hasta la actualidad, no sucede así en las acciones. Las primeras surgen del revulsivo que ejercen los Encuentros de Pamplona (1972) en los setenta; hasta principios de los noventa no consolidará ese modo de expresión. La exposición colectiva «Enseña tus heridas» en una vieja nave de la madrileña Estación de Atocha (1994) y los encuentros organizados por Pedro Bericat en Zaragoza y Vitoria sobre el motivo del agua (1995) colaboraron en que tomara conciencia de las posibilidades artísticas de la performance y se ocupara en dejar constancia documental de ellas mediante guiones, fotografías, vídeos. El DVD nos muestra una selección de diecinueve, ordenadas cronológicamente. Destacan «La realidad haciendo estragos», «La niña de la Cruz Roja» y «El que la sigue la consigue».

«La realidad haciendo estragos» está en la línea de las performances de intención crítica. La imagen de la bandera americana que en el envés oculta la temible enseña negra de los piratas cumple la misma función desmitificadora que señalábamos a propósito de la institución monárquica y eclesial; practica el juego barroco de apariencia y realidad, que se registra en «Invasión», una serie de botellas de Coca-Cola que como Caballo de Troya disimulan al ejército invasor:

Invasi¢n

La acción, desarrollada en el patio del Museo Vostell en Malpartida de Cáceres (España), combina la ceremonia del izado de la doble bandera con el recitado de unos versos de su libro Sumo y sigo: Festín tras festín/la realidad/haciendo estragos. Todos víctimas,/ todos culpables.

«La niña de la Cruz Roja» adopta la forma de un simbólico relato visual; la significación de totalitarismo con que asocia la cruz gamada se reconvierte, fruto del permanente giro en las manos femeninas y tras la mutilación de los brazos de la svástica, en el espíritu humanitario de la cruz roja. La contundente imagen final del emblema en la frente de la protagonista sintetiza la interiorización de esa vocación de auxilio.

«El que la sigue la consigue» se construye como una metáfora, el amor como juego de azar. Sobre un tapete, un anónimo jugador de póker agita repetidamente el cubilete hasta formar con los dados previamente grabados con letras la palabra amor. Tras esa secuencia genérica, van sucediéndose distintos personajes individuales que particularizan la misma búsqueda.

 

BIBLIOGRAFÍA
BOSO, FELIPE. “Poesía visual en España hoy”. Poesía, 1981: 11.
LAMA, MIGUEL ÁNGEL. “La mirada del poema (Conversación con Antonio Gómez)”. Quimera. Septiembre 2002: 220.
— “Comedido y paciente ante la norma”. De acá para allá. León: Universidad de León, 2007.
MURIEL, FELIPE. “La poesía objetual de Antonio Gómez”. Tintas.
< http://riviste.unimi.it/index.php/tintas/article/view/3961>
PARCERISAS, PILAR. Conceptualismo(s) poéticos, políticos y periféricos. En torno al Arte Conceptual en España (1964-80). Madrid: Akal, 2007.

 

[1] Colabora con asiduidad en publicaciones dedicadas a la difusión de arte de vanguardia: desde P.O. Box, P.O.E.M.A.S. hasta Experimenta, Fuera de banda, Veneno, Vórtice, de Argentina; A Cigarra y Dimensao, de Brasil; Bric a Bric, de Inglaterra, Art Life, Tensettendoned, de USA; I van 20, de Alemania.

[2]Se trata de un grupo dispar y heterogéneo que nos ha dejado testimonio de su trabajo en 20 poemas experimentales. En la misma editorial, El Toro de Barro, sale a la luz su primer libro en solitario y por qué no si aún quedan margaritas (1972), con prólogo de Carlos de la Rica.

[3] Otras acciones poéticas se registran en 1974 y 1981. En 1974 envió a una treintena de amigos sendos sobres con el texto Qué ganas tengo de verte, rotulado en el exterior y sin remitente. La primera acción en Extremadura, «Sin comentarios» (1981),  consistió en enterrar con piedras el letrero «Coto de caza privado». El gesto de rebeldía se relaciona con el land-art. Supone la lucha contra la parcelación de la naturaleza en cotos y la defensa de la belleza del paisaje extremeño.

[4] Antonio Gómez recuerda: «En aquella primera exposición extremeña tuve que defenderme de las acusaciones que algunos me hicieron de estar tomando el pelo a la gente con mis obras. Salvo Fernando León, entre los escritores de Extremadura, que me animó en aquellos momentos. Hasta los noventa éramos los mismos siempre, y es a partir de ese momento cuando empiezan a entrar nombres nuevos. El fenómeno Brossa cambia la actitud de la gente; aquella exposición en el Reina Sofía le lleva a un conocimiento más popular»: Miguel Ángel Lama, «La mirada del poema (Conversación con Antonio Gómez)», Quimera, 220, septiembre 2002.

[5] Felipe Boso, «Poesía visual en España hoy», Poesía, 11, 1981, pág. 118.

[6]Felipe Muriel, «La poesía objetual de Antonio Gómez», en Tintas, http://riviste.unimi.it/index.php/tintas/article/view/3961

[7] Antonio Gómez declara: «Antología poética (Marzo 1980-Abril 1981)» está asociada a una época complicada en mi vida. Al llegar a Mérida, me refugié en escribir y me di cuenta de que había agotado un bolígrafo. Me molesté en atar cada bolígrafo al cuaderno para que no se perdieran y quedaron como testimonio de lo que escribí a lo largo de un año completo»: Miguel Ángel Lama, op.cit.

[8]Según nos cuenta el propio autor: «Metáfora» es un poema encontrado; a primeros de los noventa plantaron en todos los parques de Mérida un tipo de árbol australiano, el  Branquiquiton, que tenía vainas con semillas y recogí varias, porque eran muy sugerentes; a los dos o tres años surgió un poema que llamé «Paradoja», porque conservaba junto a las vainas con sus frutos originales la mía con perlas (año 1996). Cuando me desprendí de las vainas con semillas porque, al ser materia orgánica, se estaban deteriorando, cambié el nombre a metáfora.

[9] La cultura popular ejerce influencia en forma de refranes, dichos, adivinanzas o tonadas en los títulos de composiciones como «Con el mazo dando», «Ni pincha ni corta», «Oro parece plata no es», «Al corro de la peseta», variante de «Al corro de la patata» y «Veo, veo».

[10] Miguel Ángel Lama, «Comedido y paciente ante la norma»,  prólogo a Antonio Gómez, De acá para allá. León, Universidad de León (Col. Plástica & Palabra, 11), 2007, págs. 7-21. Reimpresión en Diálogo de la lengua, núm. 9 (verano 2007), págs. 37-59. 

[11] El propio autor nos cuenta cómo nació este poema: «Al visitar las librerías de libro usado que hay en la Cuesta de Moyano de Madrid, entre el montón de libros de uno de los puestos, encontré un libro religioso con ese título; nada más leer la portada surgió el poema».

[12] Los sueños hoy/ respiran/ y piden consistencia//Hablar de sentimientos/no resulta gratuito/y lo que duele/ me transforma//Caminar/  por caminar/cansa: Antonio Gómez, Caminar por caminar cansa, Badajoz, Diputación de Badajoz, 2000.

[13]  Pilar Parcerisas, Conceptualismo(s) poéticos, políticos y periféricos. En torno al Arte Conceptual en España (1964-80), Madrid, Akal, 2007, pág. 108.

[14] Recordemos que el alemán Wolf Vostell practicó como  artista Fluxus el accionismo político; por lo que podíamos interpretar «La realidad haciendo estragos» como un secreto homenaje a Vostell.