El Aleph a dieta (hasta la ininteligibilidad)

Autor: Milton Läufer1

El Aleph a dieta (hasta la ininteligibilidad)

Concebí esta obra, cuyo aspecto técnico es sencillo, en las semanas donde Pablo Katchadjian estuvo procesado. Por pura casualidad me lo encontré en una reunión dos días después de la noticia y lo noté realmente muy preocupado y tuve el impulso de hacer algo «en solidaridad». Como yo hacía tiempo que venía trabajando con textos cambiantes, me pregunté qué sucedería si hiciera un Aleph con todas las palabras cambiadas de lugar. Pero inmediatamente recordé una paradoja llamada «sorites» (del griego, «pila, montón»): la paradoja parte de la premisa de que si por ejemplo a una persona no calva se le extrae un pelo, no por eso se vuelve calva. Supongamos que le extraemos el pelo: la misma afirmación puede realizarse y extraer otro pelo, y así hasta que, contrariamente a lo afirmado, la persona quede efectivamente calva. La paradoja va tanto «hacia arriba» como «hacia abajo» y me pregunté si el trabajo de Pablo no era una referencia a esta paradoja en el sentido ascendente: si a una obra literaria le agrego una palabra, sigue siendo la misma obra y si repito esto una y otra vez, ¿cuándo deja de ser la misma obra? Porque es claro que llegado un momento, no puede ser la misma obra. Esto es independiente, por supuesto, de los criterios jurídicos para hablar de identidad y, por tanto, de los derechos de propiedad (donde se fijan estándares arbitrarios). Lo que intenté hacer con «El Aleph a dieta» fue, justamente, preguntarme en qué momento el texto dejaba de ser el de Borges; ese texto que María K acusó a Pablo de haber plagiado: «plagio» tiene por etimología «aquel que toma los esclavos ajenos como propios». Creo que es claro lo que María K piensa de los textos que heredó.

1 Es licenciado en Filosofía en la UBA y diplomado en Producción Musical y Multimedios. Becario de CONICET, se encuentra terminando un Doctorado en Filosofía en la UBA y empezando otro en NYU, donde finalizó un MFA en escritura creativa. En 2007 recibió el premio “Estímulo a la Investigación” de SADAF. Ha preparado la currícula de estudios de la Licenciatura de Arte y Tecnologías en la UNQ. En 2006 fue becado por la Fundación Telefónica para el Primer Taller de Arte Digital realizado en la Argentina; cuenta con obras de arte digital y poesía, en forma individual y en colaboración con artistas como Julia Masvernat, Belén Gache, Jorge Macchi, Roberto Jacoby y Gustavo Romano; realizó instalaciones tanto en América como en Europa. Ha publicado poemas, cuentos y recientemente una novela generada por algoritmos, «Lagunas»; fue editor asociado de Buenos Aires Review y colabora con revistas como ReMezcla, Esquire y Viceversa-mag.