El mártir del holocausto paceño

The La Paz Holocaust’s Martyr1

Autor: Marcelo Paz Soldán2
Filiación: Editorial Nuevo Milenio/ Ecdótica
Email: [email protected]

 

RESUMEN El cuento El mártir de Yerko Escobar (La Paz), conocido como Corven Icenail, y ganador del VIII Concurso Plurinacional de Cuento “Adela Zamudio”, trata de los sobrevivientes de un holocausto que permanecen en La Paz destruida por la contaminación, donde recolectar basura es un medio de subsistencia. Una población resignada escucha los sermones de los oficiales religiosos que, además, reparten prótesis mecánicas a quienes consideren merecedores, mientras aleccionan sus mentes para soportar aquello en lo que se han convertido sus vidas. Un organismo policíaco investiga y regula a los trabajadores. Su trabajo consiste en recolectar los cadáveres sin identificar que aparecen diariamente en cualquier calle o vertedero, decomisar todo lo que pueda iniciar un incendio en la volátil atmósfera, o algunas veces, localizar a desaparecidos. Micaela es una investigadora que rastrea a un anciano desvanecido en el mar de basura, aunque su atención está realmente en resolver ciertos postulados de lógica formal y matemática, hallando más sentido en los laberintos de los números simbólicos que en esa vida que la religión considera sagrada.
Palabras claves: Literatura boliviana, cuento, El mártir, Concurso Adela Zamudio.

ABSTRACT The short story “The Martyr” by Yerko Escobar (La Paz), known as Corven Icenail and winner of the VIII Plurinational Short Story Contest “Adela Zamudio” deals with the holocaust survivors who remain in a destroyed and polluted La Paz, where collecting trash is a mode of subsistence. A resigned population listens to sermons by the religious officials, who also give away mechanical prostheses to those considered worthy, while lecturing their minds so they would tolerate what their lives have become. A police institution investigates and regulates all workers. Their job is collecting unidentified corpses that daily show up in any dumping site or any street, confiscate flammable objects that might start a fire in such volatile atmosphere, or sometimes locate missing persons. Micaela is a researcher who follows an old man’s trail, who dimmed out in a sea of trash, although her attention is more focused on solving formal logic and math postulates in order to find more sense in the symbolic numeric labyrinths than in the life that religion considers sacred.
Key words: Bolivian literature, short-story, The Martyr, Concurso Adela Zamudio.

 

Inicio el prólogo del libro resultante de los Concursos Plurinacionales de cuento “Adela Zamudio” con una leyenda y no porque esta tenga algo que ver con la historia ganadora sino que es una forma de no olvidarlas porque son, se podría decir, ficciones del pasado y esto para mostrar que los temas que tratan nuestros escritores cambian con el tiempo. Se titula “El cuento del diablo” y está escrita por Mercedes Anaya de Urquidi.3

La leyenda se sitúa en la calle Argentina de Cochabamba y relata la historia de Don Crispín, un usurero que hizo su fortuna prestando dinero a elevadas tasas de interés. Este avaro se hizo muy rico y poseía casas, fincas, joyas y, sobre todo, mucho billete.

El joven Betancur había recurrido a un préstamo de Don Crispín, pero este, conociendo las propiedades del joven, le prestó cobrándole el doble de interés porque era muy simpático y de gusto de las damas, algo que a Don Crispín le daba mucha envidia.

Con el tiempo ocurrió lo previsto; la deuda llegó a ser tan elevada que Don Crispín arrebató las propiedades del joven Betancur obligándolo a pasar sus días en la cárcel por lo que no había podido pagar.

Después de un tiempo, y liberado finalmente de la cárcel, el joven Betancur sentía odio en su corazón por el viejo avaro y pensó las formas para vengarse de él, pero que fueran ejemplificadoras y perdurables.

Es así que Betancur esperó la muerte del viejo avaro, que finalmente se dio ya que éste bebía agua de la pila y comía lo que le invitaban, lo que había deteriorado su salud.

El joven Betancur compró de la farmacia azufre y narcótico en polvo y abrió una fosa en la Colina de San Sebastián, contiguo al cementerio. Cuando llegó la medianoche se dirigió al velorio de Don Crispín y distrayendo a las deudos pudo echar el narcótico en la bebida por lo que, después de que esta hiciera efecto, dejó a los comensales durmiendo aprovechando la oportunidad para robar el cadáver y enterrarlo en la fosa que había preparado, no sin antes dejar esparcido el azufre en el féretro, ahora vacío.

Cuando la gente despertó y vieron que el cuerpo de don Crispín no se encontraba y olieron el azufre creyeron que se lo había llevado el mismísimo Diablo. Betancur se encargó de difundir la historia en todo el pueblo haciendo la memoria tristemente célebre de don Crispín.
Con el mismo peso de una leyenda, en el imaginario social y en la literatura boliviana actual, me gustaría mencionar acerca de los nuevos medios de difusión literaria ya que están cambiando, somos parte de la “universalización” –si existe una– que son los libros digitales o, mejor, los medios digitales. El libro digital circula a mayor velocidad que el libro impreso, es más libre, tiene menos restricciones. Sin embargo, la velocidad que le imprimen los medios digitales a nuestras vidas es, a su vez, el mayor peligro que se tiene. Ya todo se conoce, ya todo se sabe (aunque de manera más superficial, ciertamente). De acuerdo al sociólogo Zygmunt Bauman, vivimos en una modernidad líquida (que se supone es uno de los últimos estados de la modernidad) donde los individuos ya no siguen ciertos patrones impuestos por la modernidad como tener el mismo trabajo, el mismo cónyuge, misma ciudad. Ya los hombres cambian más frecuentemente de esposas, lugares, trabajos… hasta de orientación sexual. Ya no se nos impone pensar en las nuevas generaciones que nos siguen (Kant) sino en el placer momentáneo (Sade). Entonces, el libro digital refleja –un poco o mucho– nuestra modernidad líquida en la que nos acomodamos a un cambiante estilo de vida. Se lee en la tableta, en el celular, mientras se viaja. Por lo que a medida que nos “tecnologicemos” nos acercaremos más al libro digital. Eso sucede en Bolivia como en el resto del mundo.

Las juventudes en todas partes se parecen cada vez más, las brechas se acortan. Todos vemos la designación de La Paz como una de las nuevas 7 ciudades maravillas, que sumó adhesiones mediante votación en medios digitales. Los medios tecnológicos nos están democratizando, nos están igualando cada vez más. No todos pueden tener el auto del año, pero si el celular o la última tableta. El acceso a la información, a los libros, es mayor. Asimismo, es probable que gracias a los medios tecnológicos, y su mayor acceso a ellos, haya hecho, sin querer, lo que siempre hemos pretendido los editores de libros impresos y es que se lea más (no siempre mejor). El que ahora no lee es porque simplemente no lo quiere hacer. Se va quedando sin excusas. Antes se decía que el libro era caro, que no se podía acceder a él, pero ahora los libros digitales se los puede encontrar en la amplia red.

En el caso de los libros digitales en Bolivia, existe la experiencia que se inicia el 2007 con la creación de www.ecdotica.com. Los medios digitales son hermanos de los medios impresos. Son parecidos, pero no iguales. Los libros impresos tardan muchos años en venderse. Una edición de 500 ejemplares puede tardar, en el mejor de los casos, hasta cinco años en agotarse, aunque hay casos excepcionales. Una edición digital no tiene límites, puede llegar a miles de lectores casi de manera instantánea. Un libro digital no tiene costo (el de navegar, el de los megas, pero no es que pagas aparte por él, a menos que lo quieras comprar de Amazon para el Kindle). No paga costos de imprenta, no paga impuestos, no paga derechos de autor (al menos no lo hace en Bolivia).

Los libros digitales tienen más posibilidades que el libro impreso ya que este puede utilizar una serie de recursos adicionales. Está cruzando fronteras, una suerte de metalenguaje definida por Tarski en la que la verdad de un lenguaje, digamos el escrito, no entra en contradicciones, al utilizarse otro lenguaje, como el visual. Es así cuándo le preguntamos a Doña Gladys Moreno que pensaba de los collas, dejamos que ella nos lo cuente, con sus propias palabras, a través de un video de entrevistas que le hizo el Doctor Antezana en el Centro de Estudios Superiores Universitarios (CESU). Así se vuelve una verdad irrefutable.

No hay lectores exclusivos, aunque la juventud, el nuevo lector, tiende a leer más en digital. Los libros digitales van a ir ganando terreno sobre los impresos, ni duda cabe. Ya lo han hecho. Ya se lee más en digital que en impreso. Un ejemplo de ello son las nuevas aplicaciones como el whatsapp en la que se “leen” los mensajes a lo largo del día. Si leen buena literatura, definitivamente no, pero el leer en el celular está formando una nueva especie de lectores en formatos más pequeños, con pantalla de por medio. Estos lectores en potencia deben empezar a leer textos con mayor calidad literaria. Si son capaces de leer de su celular todo el día, es posible que lean un capítulo diario del Quijote. Tenemos el reto de unir a los lectores a nuevos formatos y que su lectura sea acorde a sus necesidades. No todos tienen que leer lo mismo, el sistema puede ir cambiando sus lecturas de acuerdo a sus gustos.

En la Feria Internacional del libro de Santa Cruz tuve la suerte de tener en mi stand un club del libro de niños que leían en inglés, ya que a ellos les gustaban las nuevas tendencias literarias que vienen, principalmente, en ese idioma como es la combinación de lo humano, lo terrestre, con lo mitológico como Percy Jackson, o Harry Potter en la que se mezcla humanos con magos, una suerte de Demigods, o romances de hombres con vampiros o lobos. Se mezcla lo humano con lo mitológico o en casos extremos como distopías creadas con la saga de Hunger Games. Pero muchos de estos libros no se pueden encontrar en Bolivia, o son caros o simplemente un niño de quince años no tiene la disponibilidad de adquirirlos. Todos ellos coincidían en decirme que primero buscaban la edición digital y luego de leerla y si les gustaba mucho podían, tal vez, comprársela.

Maya, que nos acompañaba esos días de feria, que leía un montón, y que era miembro del club me decía:

“¿Qué sentido tiene comprar el libro si primero puedo leerlo en digital?”

Me parece que no podemos quedarnos en la idea romántica del libro impreso y que esta es la única opción de lectura sino que debemos explorar otras que se nos presentan con el libro digital. Tenemos que crear una nueva opción para ellos. Las ferias del libro ya deben tener espacios para lo digital. Hablamos de digital, de libros impresos, de conectividad pero uno va a las ferias y ni una tiene Wi-fi, menos computadoras, menos bibliotecas digitales. Las ferias tal y cual las conocemos en un par de años deben implementar nuevas tendencias digitales en sus programas.

La fortaleza del libro digital es que se lo puede leer incluso desde un celular “inteligente”. Antes se pensaba que las tabletas o los equipos de lectura de libros digitales eran caros y no estaba al alcance de todos. Pues eso se acabó. Todos tienen ahora un celular inteligente. Las conexiones a internet hay cada vez más en lugares menos pensados, menos en los bancos que es el único lugar donde no dejan utilizarlos.

Aclaro que una cosa es el libro digital, que se lo obtiene mediante una descarga de internet, otra muy distinta es el libro multimedia que es un CD o DVD con memoria propia y otra que son páginas en internet que son, a su vez, libros.

El mercado de libros en Bolivia, definitivamente, se está expandiendo. Tenemos una especie de literatura líquida donde los usuarios se van configurando de acuerdo a sus propios gustos y preferencias marcados por los cambios que enfrentan, como el de vivir en un mundo más digitalizado, más conectado. Un libro impreso puede buscar un tipo de lector, un libro digital posiblemente otros, así como un libro multimedia. Incluso los mercados no se parecen. El lector en Santa Cruz no es el mismo que el de Cochabamba o de La Paz. Las lecturas se personalizan y lo digital da esa opción, debemos ser capaces de reconocer a los lectores y sus diferencias.

Los libros digitales pueden conseguirse más fácilmente ya que el internet es una fuente inagotable de información y datos a los que se puede acceder y si se sabe buscar. Me ha pasado con “Demasiada felicidad” de Alice Munro que leí primero en digital ya que me llamaba mucho la atención y no la podía conseguirla en Bolivia. Me gustó tanto que cuando lo conseguí en impreso me lo compré. Leí algunos cuentos de Ficciones de Borges en mi celular en una noche de insomnio. También leo los cuentos del mes de ecdótica en formato digital. Ahora es abrumadora la conectividad que se tiene. Sorprende. El celular con Wi-fi, la tableta conectada, la computadora. El problema de la mucha conectividad, sin embargo, es que el consumo de lectura es muy rápido sin mucha profundidad. Muchos lectores prefieren quedarse en la superficie, navegar en ella y no adentrarse en las profundidades de las aguas donde se pueden develar misterios insuperables.

Es así que ahora Betancur de El cuento del diablo, que es en realidad la voz de los mismos autores, nos habla(n) de cada uno de los cuentos de esta antología:

El cuento El mártir de Yerko Escobar (La Paz), conocido como Corven Icenail, y ganador del VIII Concurso Plurinacional de Cuento “Adela Zamudio”, trata de los sobrevivientes de un holocausto que permanecen en La Paz destruida por la contaminación, donde recolectar basura es un medio de subsistencia. Una población resignada escucha los sermones de los oficiales religiosos que, además, reparten prótesis mecánicas a quienes consideren merecedores, mientras aleccionan sus mentes para soportar aquello en lo que se han convertido sus vidas.

Un organismo policíaco investiga y regula a los trabajadores. Su trabajo consiste en recolectar los cadáveres sin identificar que aparecen diariamente en cualquier calle o vertedero, decomisar todo lo que pueda iniciar un incendio en la volátil atmósfera, o algunas veces, localizar a desaparecidos.

Micaela es una investigadora que rastrea a un anciano desvanecido en el mar de basura, aunque su atención está realmente en resolver ciertos postulados de lógica formal y matemática, hallando más sentido en los laberintos de los números simbólicos que en esa vida que la religión considera sagrada.

El origen del insomnio escrito por Rocío Estremadoiro (Cochabamba) tiene mucho de biográfico, aunque, a partir de algunos hechos ficticios, lleva al límite un «mal» que aquejó a la autora desde niña, el insomnio, algo que al mismo tiempo fue una «bendición» y «maldición». Igualmente, y esa es la parte donde recurre a la ficción, hay de trasfondo una reflexión sobre la reacción social frente a los sueños e inquietudes de una niña alimentada por sus fantasías y su peculiar imaginación, reacción que, como suele ser típico, pretende doparla, contenerla y homogeneizarla.

El cuento La mano fría, de Vanessa Ligia Giacoman Landívar (Cochabamba, 1976) fue escrita por dos razones: «la vida y el amor» en contraposición a la «muerte y el abandono» El remordimiento plasmando en un ente fisco tangible y subjetivo que en este caso vendría a ser la mano del protagonista; que esconde una culpabilidad inconsciente. Todos tenemos una mano fría que nos dice que confesemos transgresiones pasadas ya sean internas o externas.

El cuento Rabia de Claudia Andrea Michel Flores (Potosí, 1980), narra de forma magistral las secretas rivalidades entre padre e hijos, los silencios y la ira, las ausencias, el control desmedido y la obediencia. Sin embargo, todo ese mundo se pondrá en cuestión gracias a la aparición de un perro que sacando de su cotidianidad la vida de los protagonistas, cambiando su manera de mirarse y de asimilarse como familia.

Las Letanías de Lilith escrito por Mayra Romero Isetta (Oruro, 1982) se inspira en experiencias ajenas y propias recogidas en distintos ámbitos sociales predominantemente antropocéntricos como la iglesia católica, la escuela y hasta la misma calle; ya que estos ámbitos se hallan altamente estructurados en términos de hegemonía discursiva fundamentada en género.

En este sentido, se recurre a un contra discurso de subsumir aquéllos. Este discurso no podía ser mejor que el literario: dicen que no hay nada más peligroso que una mujer que lee; si esto es cierto, en definitiva, una mujer que escribe es la más fatal de todas. Es así que decidió cerrar el concepto del cuento consagrándolo a Lilith, la primera esposa de Adán.

Ahora queda leer los cuentos de esta antología impresa pero, quien sabe, en el futuro tal vez podamos leerlos en el celular, mientras esperamos nuestra hora en el dentista.

1- Texto utilizado en el prólogo del libro El mártir – y otros cuentos – que resulta del VIII Concurso Plurinacional de cuento “Adela Zamudio” Versión 2014. Editado por Editorial Nuevo Milenio. Diciembre de 2014.

2- (Cochabamba, 23 de enero de 1969).- En 1996 creó la Editorial Nuevo Milenio y el 2000 el Premio Nacional de Primera Novela. El 2003 – 2006 fue Director del Centro Simón I. Patiño donde organizó el Encuentro de escritores latinoamericanos. El 2007 crea Ecdótica. Su aporte ha sido fundamental en la creación de la Cámara del Libro y la Feria Internacional del Libro de Cochabamba. Desde el 2012 se encarga del Concurso de Cuento ‘Adela Zamudio’. Ha escrito, junto a Luis. H. Antezana, los libros multimedia La bodega de Jaime Sáenz y La pascana de Gladys Moreno.

3- El cuento del diablo de Mercedes Anaya de Urquidi se encuentra en la edición de 1968 de Antonio Paredes-Candia del libro Antología de Tradiciones y Leyendas Bolivianas. Editada por José Camarlinghi. La Paz, Bolivia.