2 poemas inéditos

Autor: Roberto Appratto ((Roberto Appratto (Montevideo, 1950) es crítico literario y profesor de Teoría Literaria en el Instituto de Profesores «Artigas». Entre sus últimos libros se cuentan los poemarios Después (2004) y Levemente ondulado (2005), las novelas La brisa (2004) y 18 y Yaguarón (2008) y el ensayo autobiográfico Se hizo de noche (2008).))

(IPA, Montevideo, Uruguay)

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Para Eduardo Milán

El presente, como tal, es el tiempo en que pasan las cosas. Pasan: no se les da tiempo para que signifiquen. Pasan: ocupan un espacio que, si se mira bien, es nítido y tangible. Como si los sentidos se pudieran ver: así. El tiempo es ése: el que va de un momento al otro, sin derramarse en el pasado ni en el futuro más que por alusiones o relatos. El presente los deja vivir un momento, porque los necesita para fortalecerse y seguir. Son fragmentos, cada uno de los cuales apunta a una permanencia diferente, ante la pregunta “qué querrá decir esto?”. Pero el presente no se ocupa de esos amagos de retención, de esos intentos de llevarlo a otro presente, una suerte de mito celebratorio del instante. No se ocupa más que de sí mismo, de completarse en su sensorialidad: es un fragmento que tiene un lenguaje, reacio a la trascendencia, a querer decir otra cosa que gestos y las palabras tal como son en ese momento. El presente no puede tener más conciencia que ésa, no puede establecer una continuidad con otro fragmento más que por la vivencia de lo que las cosas son ahí adentro. El presente es sumamente difícil: lo que se hace ahí se hace ahí. Toda su salud, su consistencia, dependen del coraje de no dejarlo caer; si se afloja el pulso, si se dice “es el presente”, el presente se pierde. Lo que quiere decir el presente es lo que se dice de él: no permite ninguna interpretación más o desaparece; el significado del presente es la acción, el hecho de estar ahí, no de haber estado: una superposición instantánea de capas que, sordas a la necesidad de responder por lo que implican, de encerrar alguna clave que asegure la permanencia de su valor, remiten a una zona desconocida, tal vez inexistente. El significado se abre al pensamiento de todo lo que hay, el aire de alrededor, el aroma, los sonidos, el tacto, todo: no hay detalle que escape a la percepción, exacta, del espacio que se imagina mientras dura, de la presión que ejercen las manos sobre el cuerpo y los objetos que están, sin duda, ahí, recibiendo el peso de lo que se deseó, tal vez con temor, antes del presente, y que ahora genera, libera, pone de manifiesto su fuerza: eso es, con todo a disposición para quien quiera ver. Es evidente. Mientras dura, el presente impone su presencia, una voz dura, que no dice nada. O dice: cambia de aspecto a cada instante, no se sabe cómo encarar eso, cómo parar la precipitación: uno está sintiendo, se da cuenta de que está sintiendo, de que es una acción continua ésa que va del principio del presente al fin del presente: todo el tiempo es eternamente presente, es la verdad, evanescente pero cierta, de algo que está pasando, no afuera sino adentro. Tiene una condición de lámina, casi invisible, que aparece de golpe, como si no hubiera otra cosa en el horizonte, no deja pensar en nada más que en sí mismo; el tiempo, aliviado por ser sólo tiempo en estado de pureza, piensa. El presente se desvanece en su solidez: una y otra vez se repite el ademán de agarrarlo, de tenerlo un poco más ahí. Si el presente es el momento en que se siente, uno hace de cuenta, por incapacidad de concebir esa situación, que ya lo sabía: pero no. Quien se concentra en eso, y sólo en eso, encuentra allí, sin buscarla, una clave, que pronto olvidará. La razón de su vida, el sentido de los actos, se verá sólo después: cuando se inaugura, el presente siempre estuvo ahí, es un entramado de puntos dispersos que no se puede entender. Es demasiado fuerte, o promete demasiado. Mientras tanto, el presente ignora todo lo que no sea presente: no tiene tradición de presente. La literatura espera algo de eso, pretende algo del presente que asegure su permanencia. El tiempo se tensa y respira, pronto a terminar. No lo había pensado. Mientras, la imponencia del presente, cosa por cosa del presente, habla sola, porque no tiene quién la siga: la literatura, derrotada, puede tomar notas, boca abajo, cada tanto. Se puede decir El presente es esa brisita que te da en la cara: esta brisita, por más que en ese momento ya se escribió. Ante esa situación, en medio de la angustia, una sola frase, repetida: “es sólo esto”, “es sólo esto”, “es sólo esto”.

25. 2. 2006


 

 


recién ahora
son las doce de la noche.
me acuerdo de mi hermana Carmen,
muerta desde hace un año y medio,
Carmina Burana como le decía mi padre,
muerto desde hace veinte años,
La Cuca como le decía mi madre,
muerta desde hace nueve,
y pienso qué ha sido de nosotros,
qué es de la familia.
hay una foto en que Carmen
me tiene alzado, yo con dos años,
ella con ocho, y los dos reímos delante de la casa,
en blanco y negro. qué hubo
en los alrededores de esa foto,
qué hay de esa alegría en el aire,
para los dos. nada nuevo en eso.
ni la idea del tiempo ni la idea
de la pérdida ni la idea, apenas imaginada,
de los sonidos de esa casa por dentro.
recién ahora lo veo:
la emoción del recuerdo de las cosas
pasa en silencio a las doce de la noche
tal como es.




Entrevista a Roberto Appratto





Citar como: Appratto, Roberto. “2 poemas inéditos.” Revista Laboratorio 0 (2009): n. pag. Web. <http://www.revistalaboratorio.cl/2009/04/2-poemas-ineditos/>