Concepciones de ciudad: narrativas de los últimos veinte años en Concepción

Approaches of a city: narratives of the last twenty five years in Concepción ((Durante la Escuela de Verano 2012 de la Universidad de Concepción se realizó la I Jornada Concepción de Ciudad, efectuada los días 15, 16 y 17 de enero. Esta Nota corresponde a la versión revisada de la ponencia presentada en la mesa Ciudad y Literatura. En su momento la presentación pretendía dar cuenta, en el contexto penquista, de la presencia de la ciudad en los relatos de autores regionales y las dificultades que conlleva el estudio académico de narrativas cuyas publicaciones son de difícil acceso. La publicación en formato Nota intenta, además, poner en contacto la narrativa penquista de los últimos veinte años y su construcción de relato de ciudad con otros lectores y otros críticos a modo de apunte de propuesta de nuevas lecturas.))

Autor: Paulina Daza D ((Doctora en Literatura Latinoamericana. Posdoctoranda Pontificia Universidad Católica de Chile. Proyecto FONDECYT Posdoctorado 2013 N° 3130611 «Cubrirse y mostrar la cara»: Reflexiones sobre la narrativa chilena reciente: vínculos, búsquedas, propuestas y estados (Fines de los noventa al 2011).)).

Email: [email protected]

Filiación: Pontificia Universidad Católica de Chile

 

Resumen
Es difícil proponer un corpus preciso de autores y obras narrativas de Concepción y sus alrededores, pero al intentar formular un panorama de los últimos veinte años, llaman la atención las formas en que se cruzan las visiones que los narradores muestran sobre las ciudades de la provincia que habitan o habitaron. Este trabajo intenta, por una parte, dar cuenta de la presencia de la ciudad y sus relatos en algunas novelas penquistas y las dificultades que conlleva el estudio académico de narrativas de provincia cuyas publicaciones son de difícil acceso. Y, por otra parte, espera poner en contacto estas narrativas de los últimos veinticinco años y sus relatos de ciudad con otros lectores y otros críticos nacionales e internacionales.
Palabras claves: Narrativa- Ciudad- Concepción- Relato – Lugares.

Abstract
It is difficult to propose a specific corpus of authors and narrative works in Concepción and its surroundings. However, when dealing with framing a picture of the last twenty years, the different views used by the storytellers to write about the city or region in which they live or lived get crossed, catching our attention. This paper attempts to, on the one hand, account the city presence and its stories in some novels from Concepción and the difficulties that involve the academic study of provincial narratives whose publications are hard to access. On the other hand, it hopes to connect these works and its city stories with other readers and national and international critics.
Keywords: Narrative-City-Concepción-Story-Places.

 

En las veredas como imaginé
si fuese así la eternidad,
yo no quisiera despertar

Los Bunkers

Los que son, los que no son y los que podríamos conocer

Sobre la narrativa penquista reciente (desde inicios de los noventa hasta el dos mil doce) se tienen pocas noticias. Con respecto a la narrativa breve, la aparición de antologías de cuento producto de concursos literarios, publicadas por entidades culturales y/o sociales locales, son lo más cercano que podemos conocer sobre algunos nuevos narradores de Concepción y sus alrededores (Tomé, Talcahuano, Penco, Lirquén, Chiguayante, San Pedro, Lota, Coronel). En relación a la novela, su acceso suele limitarse a las bibliotecas públicas o en último caso a conocer al escritor, a uno de sus amigos, un pariente o un conocido de algún conocido, así podríamos tener la posibilidad de saber que existe una nueva publicación. Internet por supuesto ayuda, pero es difícil investigar sin saber bien qué es lo que se busca: títulos o autores.

No es fácil, entonces, establecer una línea de narradores que nos permita identificar un panorama generacional completo entre los escritores penquistas. Reconocemos, en el siglo XX a Daniel Belmar ((Desde 1950 en adelante la obra de Belmar tuvo como escenario principal la ciudad de Concepción en este contexto encontramos las novelas Ciudad brumosa (1952), Los túneles morados (1952), y el poemario Desembocadura (1953).)), Erich Rosenrauch ((Aunque la narrativa de Rosenrauch no tiene su ambiente concreto en Concepción como paisaje literario destacamos algunas de sus novelas como La casa contigua (1968), Los poderosos (1970) y En un país lejano (1976) entre otras.)), Alfonso Alcalde ((A pesar de que la fecha de fallecimiento de Alfonso Alcalde se ubica en los años noventa y es conocido el estrecho vínculo del escritor con Concepción, especialmente con Tomé, y más específicamente con Coliumo su obra no hace parte de este trabajo, pues sus fechas de escritura se alejan considerablemente de este breve estudio. Recordemos, de igual forma que parte de la obra del escritor fue publicada principalmente entre 1947 y 1980, que muchas de sus obras fueron destruidas durante la Dictadura militar mientras el escritor se encontraba en el exilio y que más tarde algunos de sus textos recuperados, no todos, y otros ya publicados han sido antologados y editados de manera póstuma, entre estas publicaciones destacamos Alfonso Alcalde en cuento (1992), Siempre escrito en el agua (1998), Algo que decir (2001) y El Panorama Ante Nosotros (2007), tres volúmenes que reúnen gran parte de la obra poética, narrativa y dramática del autor.)), Andrés Gallardo, Sergio Gómez y la lista de autores “reconocidos” se cierra. Ahora podríamos agregar a Tito Matamala, César Valdebenito y, al más novel, Víctor Bascur. Esto no significa que en Concepción no existan narradores sino que por variados motivos no hay un registro de fácil acceso sobre ellos. Entre Belmar y Gómez es difícil conseguir ejemplares de obras de otros autores, los más jóvenes no han sido publicados y, por tanto, no son de conocimiento masivo. Se trata de un área poco explorada por los lectores y por la crítica especializada de la ciudad y del país. Un pilar crítico fundamental para conocer el desarrollo de la narrativa penquista desde Belmar hasta los noventa es la Tesis Doctoral de Marcelo Sánchez Rojel: “Literatura y ciudad, Representaciones y desplazamientos en la producción literaria de Concepción”. Se trata de una fuente académica que precisa autores, obras, la construcción del relato de ciudad y la presencia de ésta como parte del relato ((Por otro lado, las diversas revistas literarias o misceláneas surgidas casi siempre al alero de carreras como Pedagogía en Español, Arte, Historia, dirigidas por alumnos, docentes, estudiantes egresados son las principales fuentes bibliográficas en torno al trabajo narrativo y poético, pero en su mayoría los tirajes han sido cortos, los números esporádicos y, a esta altura, resultan más objetos de colección de difícil encuentro que antecedentes que permitan un panorama real de la narrativa de Concepción.)).

Ahora bien, desde la academia debemos establecer ciertos parámetros para leer o mencionar a tales o cuales autores, para este trabajo la lógica ha sido simple, autores con publicaciones impresas o premiados por instituciones especializadas en literatura de los últimos veinte años, dejando fuera a escritores publicados en revistas de variada índole impresas o virtuales el mismo periodo y a otros cuyas publicaciones en el extranjero ha sido imposible rastrear.

La literatura como otras artes da cuenta, en mayor o menor grado, de los procesos socio-culturales e históricos de la comunidad. Concepción y sus alrededores, la Provincia, se ha destacado a nivel nacional por su importante aporte a la lírica (Alfonso Alcalde, Jaime Giordano, Jaime Concha, Omar Lara, Tomás Harris, Waldo Rojas, Egor Mardones son solo algunos de los muchos poetas penquistas reconocidos), la música (Los tres, Los Bunkers, Emociones Clandestinas, Santos Dumont, Machuca, Niño Cohete, Cuti Aste, Fernando Julio, Felicia Morales, y por supuesto, también la reconocida Orquesta Sinfónica de la Universidad de Concepción), las artes visuales (Claudio Romo, Oscar Concha, Edgardo Neira, Álvaro Huenchuleo, Fernando Melo, Luis Almendra, entre otros) y el teatro, particularmente, en la época del TUC (1945-1973) ((Ver: Historias del Teatro de la Universidad de Concepción, TUC investigación realizada y publicada por Marta Contreras, Patricia Henríquez y Adolfo Albornoz el año 2002. )), de estas manifestaciones artísticas constan registros, pero de la narrativa existe un escaso repertorio público. Por una parte, debido al menor número de autores que cultivan este género (con respecto a la poesía) y por otra, por la ausencia de antologías y estudios que den cuenta de un índice serio de obras y autores. Nos han dicho que Chile es un país de poetas y podemos agregar que Concepción es una ciudad de poetas ((En relación al registro de la ciudad en la poesía es importante destacar el trabajo “Concepción recobrado en la poesía chilena” de Magda Sepúlveda Eriz, publicado en Taller de Letras N° 47 el año 2010, un texto motivado por el terremoto que afectó a Concepción en febrero de ese año, pero que recorre textos poéticos publicados entre 1973 y el 2010, actualizando la vinculación de la poesía y la ciudad de Concepción. Como he comentado, la poesía, tanto la escritura propiamente tal como su registro crítico es amplio en la ciudad, por lo que cabe recordar algunos libros, estudios y revistas que acercarán al lector a la poesía penquista: Treinta años de poesía en Concepción, antología realizada por los poetas Jaime Giordano y Luis Antonio Faúndez publicado en 1965, Las plumas del colibrí. Quince años de poesía en Concepción, 1973-1988: estudio y antología, publicado por los académicos María Nieves Alonso, Mario Rodríguez, Gilberto Triviños, y el poeta Juan Carlos Mestre en 1989, “La emergencia Penquista. Poesía en Concepción 1965- 1973”, artículo de los mismos académicos publicado en Revista Chilena de Literatura N° 36 en 1990, “Dos poetas penquistas: Carlos Cociña Tomás Harris” entrevista publicada por Nicolás Folch Maass en 2012 en Revista Atenea N° 506, “Visión del lenguaje en dos poetas jóvenes de Concepción” estudio del lenguaje de los poetas Damsi Figueroa y Marcelo Garrido realizado por el profesor Andrés Gallardo, publicado en Estudios Filológicos N° 40 el año 2005, “Antologías en el “Vértigo de la quietud. La escritura poética de Ricardo Espinaza” publicado por el académico y poeta Edson faúndez en Revista Mocha N° 6 en 2009. Recordemos también antologías poéticas penquistas como Ecos del silencio en el año 1997, Concepción 1999, “Sub-Treinta: Muestra de Poesía en Concepción” del año 2008 y por supuesto las reconocidas revistas literarias Posdata, Arúspice y Trilce surgidas en distintos períodos de la vida penquista.)).

Otro asunto a destacar es que los escritores emergentes en el género narrativo emigran a Santiago con el fin de encontrar un espacio para su obra lo que dificulta seguir su rastro y vincularlos a su lugar de origen (cuando hablamos de sus primeras publicaciones).
Aclaremos ahora que no todos los autores mencionados nacieron en Concepción. Daniel Belmar nació en Neuquén, Erick Rosenrauch en Viena, Andrés Gallardo en Santiago, Alfonso Alcalde en Punta Arenas, Sergio Gómez en Temuco, Matamala en Curicó, César Valdebenito y Víctor Bascur sí, nacieron en Concepción. En cualquier caso, no se trata del lugar de procedencia del autor, sino del lugar del cual surge la escritura, como territorio geográfico, y los vínculos que la obra literaria funda con la ciudad. En los últimos veinticinco años de publicaciones narrativas en Concepción encontramos, sumando las publicaciones de Gallardo, Gómez, Matamala y Valdebenito, por lo menos diez obras ((Tríptico de Cobqecura (2007) de Andrés Gallardo, Adiós Carlos Marx (1992) y Vidas ejemplares (1994) de Sergio Gómez, Hoy recuerdo la tarde en que vendí mi alma al diablo (era miércoles y llovía elefantes) (1995), De cómo llegué a trabajar para Carlos Cardoen (1996), Historias del bar La Trivia (2002), Dos novelas breves (2003) y El jugador de Trivia (2009) de Tito Matamala, Todas las rameras de Chile (2010), La muchacha que quería vivir en un invernadero (mezcla, 1998), Correcciones elementales (2009) de César Valdebenito y del joven Bascur no conozco publicaciones físicas a la fecha, pero sí sé que ha sido galardonado en concursos literarios nacionales y extranjeros como con el Premio Internacional Julio Cortázar de Relato Breve 2010.)). Y en prácticamente todas las novelas o compilaciones de cuentos de estos autores la ciudad de Concepción es sino la protagonista, por lo menos, el espacio geográfico por excelencia.

Llueve sobre la ciudad

Una ciudad es, según su más básica definición, un “conjunto de edificios y calles, regidos por un ayuntamiento, cuya población densa y numerosa se dedica por lo común a actividades no agrícolas” (RAE), aunque el concepto de ciudad es mutable, pues se han elaborado múltiples definiciones considerando el contexto histórico-cultural y la disciplina desde la que sea propuesta; demográfica, geográfica y arquitectónicamente cada ciudad presenta ciertos parámetros distintos. Entre muchas definiciones podemos encontrar algunas como la del geógrafo alemán Friedrich Ratzen, citado en Manual de capacitación docente 2011 : Olimpíada de Geografia de la República Argentina donde se destaca que la ciudad es: «una reunión duradera de hombres y de viviendas humanas que cubre una gran superficie y se encuentra en la encrucijada de grandes vías comerciales» (75), para el francés Paul Claval, por su parte, en La lógica de las ciudades una ciudad es un lugar «que permite maximizar el nivel total de interrelación existente en la sociedad» (33), mientras que para Emrys Jones se debe concebir la ciudad como “…un estado mental, un cuerpo de costumbres y tradición” (8). Cabe indicar también lo señalado por Luis García Jambrino en su artículo “Literatura y ciudad” publicado en Clarín. Revista nueva de literatura (2006): “Como es bien sabido, la ciudad —cualquier ciudad— no es tan sólo un lugar geográfico, un territorio urbano. Es también un espacio literario, un ámbito en el que se funden el mito, la invención y la realidad. No en vano las ciudades las construyen también los escritores, los novelistas, los dramaturgos y, desde luego, los poetas” (párr. 1) ((Aunque no es la propuesta conceptual concreta de esta breve nota cabe señalar la importancia del concepto de “ciudad letrada” acuñado por el intelectual uruguayo Ángel Rama donde desde una perspectiva crítica, el autor explora las ciudades que la razón letrada fue fundando en Latinoamérica, la vida pública, cultural, las instituciones, la organización y el papel jugado por los letrados en estas construcciones.)).

Los habitantes de Concepción son, según los foráneos, menos sociables y menos amables que en el sur más extremo de Chile, pero más sociables y más amables que en la capital, incluso pareciera que el carácter de los habitantes penquistas cambia según las estaciones del año, lo que es posiblemente una marca geográfica. Concepción es una ciudad de lluvia, eso marca su literatura, marca todas sus formas de arte, tanto como ser atravesados por un río que fluye con mayor o menor intensidad dependiendo también de las estaciones del año. Asumamos que todas las ciudades y pueblos en Chile tienen una disposición si no completamente simétrica, por lo menos muy similar ((Estas referencias, por supuesto no se realizan desde la arquitectura propiamente tal si no del propio contacto con la ciudad-las ciudades. Para una revisión más profunda y académica desde la arquitectura revisar: Portales del Laberinto. Arquitectura Y Ciudad En Chile 1977-2009 curado por el arquitecto y académico argentino Jorge Francisco Liernur, publicado el 2009.)), las diferencias comienzan a la hora de la funcionalidad de sus construcciones, básicamente estamos de acuerdo en que una ciudad puerto se parece a otra, pero que no es igual a una ciudad sin mar, no se piensa en encontrar en Concepción centro una bentoteca, por ejemplo, y al parecer se evitan en los cerros de Tomé y Talcahuano edificios extremadamente elevados ¿Por qué hago estas diferencias e intento establecer algunas constantes o marcas? Porque la narrativa a la que me refiero propone recorridos, enseña los íconos de las ciudades que sus habitantes conocen y que en muchos casos dejan de ver por costumbre, recuerda que Concepción es una ciudad universitaria, por lo que la Universidad de Concepción y las calles que la rodean son reconocibles tanto para un habitante oriundo de la ciudad como para alguien que recién llega o que visita la ciudad por pocos días. Los narradores penquistas sitúan y pasean al lector por el Campus universitario (UDEC), por la calle Chacabuco, por la Diagonal Pedro Aguirre Cerda, por la Plaza Perú, por la remodelación Paicaví, por las orillas del Río Bío-Bío, por el Mercado (destruido por un incendio en el mes de abril de 2013), el Terminal de Buses Collao, el Hospital Regional, los bares que alguna vez fueron emblemáticos y los que ahora son más frecuentados.

En 1987, cinco años antes de las fechas propuestas para este trabajo, Andrés Gallardo en su novela La nueva Provincia mostraba un grupo de personajes que intenta, o que más bien sueña, con transformar el pequeño pueblo de Coelemu ((Coelemu está ubicada al noroeste de Chillán. Posee una superficie de 351,5 km2 y una población de 18.788 habitantes. La palabra Coelemu significa “bosque donde viven las lechuzas”. Fue fundada en 1750, por el Gobernador Domingo Ortiz de Rozas, que la bautizó como villa Jesús de Coelemu, como una importante avanzada costera al sur del río Itata. (Más información disponible en: http://www.descubrebiobio.cl/comuna-de-coelemu.html))) en Provincia, y a medida que avanzamos en la novela también se lo propone, finalmente, como República: la “República Popular Latinoamericana de Coelemu”. En esta novela, Gallardo muestra desde la narrativa la participación de la literatura en las fundaciones urbanas. En La nueva provincia, la imaginada Provincia de Coelemu no solo intenta ser fundada en un territorio, sino que debe fundarse también en un texto, un texto que a su vez debe fundarse en la provincia, por eso se le encarga al profesor Arias que escriba el Poema épico de la fundación, pero sin alentadores resultados, hacia el final de la novela, paralelo al dolor del fracaso de la fundación está también la ausencia del texto que nunca logró ser escrito. Ya en la desesperación los líderes fundadores piensan en escribir ellos mismos el poema “las octavas reales no son más complicadas que las décimas, Cifuentes” (123), dice uno de los personajes, pero toda forma de discurso (político- social- literario) ha resultado un fracaso. En la novela, la provincia necesita un canto que la ampare, así también podemos decir que la ciudad necesita que la literatura la ampare, la cante y la cuente. Si bien Concepción y sus alrededores han sido cantados por los poetas, la narrativa no deja de ser un elemento importante para la construcción del relato de ciudad que de una u otra forma sea testigo y nos dibuje los constantes cambios. Recordemos, que como señala Luis García Jambrina: “El nacimiento de la ciudad está ligado, de alguna manera, a la invención de la escritura, y su posterior crecimiento y desarrollo es inseparable de la evolución de la épica, que es un género narrativo, y, posteriormente, de la novela” (párr. 1).

Volvamos a los elementos comunes de la narrativa penquista y a los recorridos literarios por la ciudad. La lluvia es uno de los puntos constantes de importancia. En Hoy recuerdo la tarde en que le vendí mi alma al diablo (Era miércoles y llovía elefantes) de Matamala, por ejemplo, está claro que vamos a recorrer la ciudad de la lluvia, una lluvia imparable para el protagonista, una que limpia y que también amenaza con llevárselo todo, una lluvia que permite un recorrido final por la ciudad de Concepción en los noventa, pero que no deja de ser la ciudad que todavía conocemos.

Fue otro miércoles a la vuelta del tiempo, un seis de diciembre inocente comenzó a llover con chubascos huérfanos que manosearon las tetas del río –o testas, como dicen los que creen que saben- y perturbaron las ciénagas indefensas cercanas al aeropuerto. Era una lluvia sorpresiva en la ciudad de la lluvia –ja, ja, ja- que ya el mediodía transformó la historia general en un invierno fuera de tono….Cerca de las tres de la tarde, la lluvia se mostró como la estampida rabiosa que siempre fue, un torrente desnaturalizado y con gusto a sal cuyo charco infatigable empezó a trepar a trepar, sin que nadie se percate, por las dunas de Hualpencillo y enseguida por el parametraje de ventisquero de Laguna Redonda, donde el repiqueteo en los techos de zinc conformaba una verdadera filarmónica…En tanto, en el otro extremo el Barrio Universitario lloraba un cúmulo de llantos viejos a través de esteros achocolatados que se descolgaban de los cerros y de paso arrastraban todos los volúmenes de los tres primeros pisos de la Biblioteca Central…El agua entró a cubetazos por los grandes ventanales dobles de los edificios de Pedro de Valdivia y en la Plaza de Armas se instaló a reposar cómodamente la octava laguna, esa que se había extraviado en los tiempos de la colonia, cuando decidieron que no había lugar mejor que éste para emplazar definitivamente la más viajera de todas las ciudades, sepan ustedes (121-122).

Es la lluvia la que permite esta ficción de anegación y derrumbe, y es también la que nos permite recorrer la ciudad desde Hualpencillo, ahora Hualpén, hasta Pedro de Valdivia pasando por el centro. Y la que permite además remontarse a la historia de una ciudad que fue dos veces fundada. Cabe mencionar, también, que el libro está acompañado por una serie de fotografías de distintas calles y lugares de Concepción en días de lluvia.

Por otra parte, a pesar de que en Gómez la lluvia no es un personaje protagónico, no deja de estar presente como telón de fondo de la vida de Karen y Pedro Pablo, los protagonistas de la novela Vidas Ejemplares. En una de las escenas más violentas del texto, en que Pedro Pablo relata como un hecho cotidiano la forma en que lleva a cabo una violación finaliza su narración diciendo: “Tengo calor después de todo esto. Salgo de la cocina y siento que no resistiré el calor. Abro la ventana, pero afuera otra vez llueve” (51).
Con respecto a otro de los autores penquistas y la lluvia, Camila Varas indica, en su reseña a la novela Correcciones Elementales de César Valdebenito, que el relato se desarrolla “en la soledad del sur, de la lluvia, del Concepción pintado pesado y tormentoso con atisbos de promiscuidad y vida sin retorno” (párr. 2).

Otro punto en el que convergen los narradores penquistas, es en una ciudad de lugares de encuentros sociales y festivos provistos de alcohol: cantinas, bares, fuentes de soda, discoteques.

En la novela antes mencionada de Gómez se muestran los lugares de moda para la juventud a fines de los ochenta y comienzos de los noventa como el Seriatutix y la Nervio’s. Matamala, en la novela citada, se refiere entre otros al Nuria, un lugar al que también han cantado los poetas (Carlos Decap, por ejemplo ((Magda Sepúlveda E. escribe en “Concepción recobrado en la poesía”: Los bares y las fuentes de soda fueron, durante toda la dictadura, los principales espacios de encuentro citadino. Por ello, los poetas hacen constantes referencias a ellos, especialmente dos fuentes de soda emblemáticas de la ciudad, el Nuria, hoy desaparecido y el Llanquihue que ha sobrevivido a toda catástrofe. El Nuria era el único local que atendía, cuando no había toque de queda, en las largas noches de los 80. Por ahí pasábamos a comernos una porción de papas fritas con mis amigos de la U. de Conce. La noche unía los estudiantes trasnochados, a los que no podían dormir y a los trabajadores y trabajadoras de la noche. Entre ellos, el hablante creado por Decap en el poema “Nuria”… (5).))). Por su parte, Víctor Bascur en su cuento “Franco” uno de los tres que componen lo que él ha llamado “La trilogía de Concepción” (se puede leer en su blog junto a “Téstigo y cómplice”, su cuento premiado que también es parte de la trilogía), nos lleva hasta el “Mal paso”, el bar ubicado en Ongolmo con Maipú, que parece ser en la actualidad un lugar de encuentro para la bohemia de los artistas locales. Bascur nos cuenta la historia del local y la de su dueña, haciendo de ese lugar en la ciudad, uno de sus puntos de encuentro y un lugar central en el relato de la historia del robo de un cuento de un escritor a otro:

El Mal Paso había sido una carnicería a la que fui innumerables veces a comprar durante mi niñez, por lo que esa mutación paralela a mi adolescencia fue una bendición….. Se entraba por la misma puerta que tuvo la carnicería, una puerta ancha, de esas que se cierran con cortina metálica. Al final del primer piso estaba la barra con tragos típicos de un bar de Concepción: cervezas, vinos, pisco, ron, etcétera. Ustedes saben y si no saben, den una vuelta por Concepción y no me pregunten a mí.

La dueña era una ex punk que aún conservaba la ropa, pero ya no la ideología (si es que alguna vez la tuvo)…” (párr.. 12).

Por último, y aunque fuera de los parámetros estrictos de selección del corpus, debo apuntar que uno de los recordados relatos de Claudio Contreras narra un crimen en el bar “el vómito”, como conocían los universitarios de los noventa y el dos mil al Martínez de Rozas, una especie de sede social o club social destruido después del terremoto de 2010, donde se mezclaban trabajadores, jubilados y estudiantes sin hacer diferencias a la hora de beber.

Si hablamos de la narrativa, la ciudad y sus recorridos en los últimos veinte años, lo mejor es seguir los tránsitos de Pedro Pablo, el pirómano taxista de Gómez que vive en la Diagonal Pedro Aguirre Cerda y su amiga Karen Bascuñan que vive en la remodelación Paicaví. Aunque en la novela Concepción se denomina Parque Deportivo y El Río Bío Bío es bautizado como Río Reunión, reconocemos la ciudad y podemos recordar y distribuir mentalmente la estética de sus calles:

Doblamos por Aníbal Pinto hasta Chacabuco. Volvemos por la plaza Perú, pero antes de entrar en la Diagonal nos detenemos en la plaza. (17)

12:30 Manejo hasta calle Argentina, donde dejo a un tipo que viene de la estación de trenes…… Cuando termino el cigarrillo subo por Rengo hasta Laguna Redonda, solo subo el cerro…( 81).

02:40 Manejo por Los Carrera desde el terminal de buses. Una mujer me hace parar y sube…me pide llevarla al Hospital Regional…Tomo por Lincoyán y trato de mirar la calle que lleva al centro de la ciudad. La calle está completamente vacía. En el semáforo sólo espero un segundo. Doblo Roosevelt y llegamos a las puertas del hospital, a emergencia (106).

Escuché la canción arriba de la micro. Volvía por O´higgins…cuando llegamos a Villuco yo no me bajé. Seguí hasta Chiguayante. La micro llegó hasta una plaza y yo me bajé (141).

Se actualiza en esta lectura el recuerdo de una ciudad de los ochenta y noventa, el lector que alguna vez ha transitado la ciudad, reconstruye en su memoria la geografía de la que se ha apropiado recorriéndola y el que desconoce las rutas puede recorrer las calles penquistas a través del relato.

Cuando pase el temblor

Las estéticas narrativas no se asemejan, los estilos de los autores y los temas no son los mismos, pero de Belmar a Gallardo, de Gallardo a Gómez, de Gómez y Matamala a Bascur, las calles son las mismas, los personajes y sus historias distintos. Gómez nos enseña la juventud de fines de los ochenta y principios de los noventa. No sé si hace falta dejar bien claro que no de toda la juventud penquista, sino de un sector que aprendía a vivir con los dolores, luchas, errores y silencios políticos, sociales y familiares de los padres. Una generación que para los personajes de Gómez está en tránsito, por la ciudad y por la vida con el constante peligro del fracaso. Como una versión regional de un síntoma generalizado en los autores nacionales de posdictadura, recordemos que Gómez comparte desde la provincia el escenario literario nacional con Alberto Fuguet. Matamala, por su parte, propone al escritor como un personaje literario estrechamente ligado al alcohol. El escritor, el alcohol y la ciudad constituyen el relato, allí la ciudad no deja de ser el amparo o el abandono para el ebrio narrador desde el bar, desde la calle o desde algún punto bajo la lluvia. En el más joven de los escritores mencionados, se mixtura, todavía, la juventud, la literatura y la ciudad como el punto de partida para la narrativa y para el desarrollo de la vida, quedarse o escapar.

Para finalizar, reitero, la ciudad necesita de relatos, los penquistas necesitan cantar y contar su ciudad desde el oficio constante de escritor o desde cualquier otra instancia que le permita protagonizar su vida en una ciudad del sur, doblemente fundada ((Magda Sepúlveda aclara en el trabajo antes citado: “La ubicación actual de Concepción no corresponde al emplazamiento fundacional, realizado en el pueblo de Penco, en 1550, a orillas del mar. A esta fundación inicial se debe que los nacidos y los habitantes de Concepción tengamos el gentilicio de “penquistas”. Cuatro años después, la ciudad, organización de carácter nuevo para este territorio, fue rechazada y asolada por los mapuches, sus habitantes originarios. Sin embargo, los españoles volvieron y la repoblaron en 1559. Pero su destino no era permanecer allí. En 1751, un maremoto obligó su traslado hasta el sitio actual” (1).)), lluviosa, universitaria y por supuesto temblorosa. Recordemos que María Zambrano señala en “Del escribir” publicado en Diario El País en 1985: “Una ciudad sin escritor es un templo vacío, una plaza sin centro, o quizá con el centro desplazado y puesto al margen, esquinado, para dejar su lugar, todo el lugar, a algo cuyo nombre no está siquiera bien catalogado, algo para lo que, en realidad, no hay palabra (párr. 2).

No por nada la convocatoria a Concepción en cien palabras 2012 fue la mayor a nivel nacional para esta propuesta de escritura, no por nada el premio al talento joven Claudio Rodríguez nos ofreció la ciudad en un mínimo de palabras y la reconocimos sin problemas cuando leímos: “Y después de todo, en Concepción la gente todavía sigue temblando” (25).

 

Bibliografía
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Matamala, Tito. Hoy recuerdo la tarde en que vendí mi alma al diablo (era miércoles y llovía elefantes). Santiago: Grijalbo. 1995. Impreso.
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