Poesía verbal

1. Notas de terreno

Autor: Christian Anwandter ((Christian Anwandter ha participado en la edición de las revistas Nigredo (publicada en Francia) y Va (publicada en Santiago de Chile). El año 2008 publicó el libro de poesía Para un cuerpo perdido. “Notas de terreno” es una media ramificación de “No hay rocío”, poema de la primera sección de ese libro.))

(París, Francia)

E-mail: [email protected]


día uno
En el cielo hay más estrellas que la cresta.
Cada una tiene su historia.
Pregunta si sabiai que se las guardan para los ángeles más la raja.
Eso no lo dicen en el planetario.
Pero casi lo dicen hueón.
No hay que comprarse el cuento mula.
Un animal no siente ninguna hueá frente a la pantalla del planetario.
Pero ellos sí.

día dos
Se desmayó cuando cachó que los puntitos en la pantalla hacían un angelito.
(Era yo hueón).
No pensís tanto en la línea le dijo el culiao.
Déjame aguacharme decía el desmayado.
Treparme por tu muro.
Quiero ser tu imagen angelito.
Colgarme de tus paredes transparentes.
Déjame ser el vaso con agua en que se ve alrededor de la hueá.
Me pidió que me lo imaginara.

día tres
Le pidió que le contara cómo había llegado ahí el hueón.
Le dijo que le contara de verdad y que no lo engrupiera y que para algo estaban frente a frente.
El otro le contestó: ¿que yo te cuente cómo llegué aquí?
Dijo puta el hueón fresco hueón.
Preguntó qué se creía el conchasumadre.
Preguntó: ¿Que cree que yo no puedo contarle mi hueá porque me intereso por la suya?
La cagó el hueón.

día cuatro
La hueá es perfecta.
Tiene el nombre perfecto.
Todos lo cachan.
Es casi perfecto, en realidad.
Los hueones llegan caminando como si el lugar estuviera en celos.
Le pusieron “la copia” pero nadie sabía de qué cresta
Era un buen enganche
O sea, la hueá es buena.
Es la raja en realidad.

día cinco
“Los ángeles son la raja hueón
aunque sean ángeles chiquititos
enanos o deformes, pero angelitos hueón.
– ¡Cacha hueón mira ahí va el hueón que se cree la raja!”

día seis
Les dan imágenes fugaces hasta que ven ángeles en el cielo
Los ángeles les dicen que se aguachen a sus figuras
Le piden al ángel que los deje ser su cuadro
Quieren ser la lámina en el muro que contempla el silencio de un cuarto suspendido
El también quisiera ser el angelito cuando se siente parte de eso.




2. Tres poemas

Autora: Paula Cucurella ((Paula Cucurella estudió una Licenciatura en Fiosofía y un Magíster en Teoría del Arte en la Universidad de Chile. Actualmente cursa el doctorado en Literatura Comparada en SUNY at Buffalo. Sus investigaciones se concentran en una serie de problemas filosóficos y políticos, dados por la relación que históricamente la filosofía ha establecido con la poesía. Estos son sus primeros poemas publicados.))

(SUNY at Buffalo, Buffalo, Estados Unidos)

E-mail: [email protected]


Desayuno a la cama

Mañana tras mañana este malestar se amalgama
Y “desayuno a la cama”— pienso— y tenso el miembro lo afanas
A destapar mi descontento de despertar día a día a la vida
O a algo que se le parece
Y no es nostalgia—no— porque nada fue mejor que esto
Incesto como el nuestro no se ha visto
Porque desprovista de manía
A gusto resisto la hablilla del bizco
Y persisto cada día en ignorar el boche
Y cada noche me desvisto


Reflexiones de la tarde

La inocencia es una ilusión que se desvanece
Y por más que rece el enemigo crece
¿No me cree? Míreme a mí –sé que me tiene en buena estima—
La candidez me recuerda la naftalina
Y la gente como usted me produce estupor
Inseminando la cruz y la culpa en el rubor de las muchachas en flor
Que quisieran ocultar la calentura en el candor y coser la abertura
Poner azahares al hedor de la sangre que hierve y el temblor
De la carne que quiere ser tocada
Antes que nada
Y no el cuerpo de cristo sino en el mismísimo perímetro minúsculo de su corpúsculo
Con la punta de los dedos, con la lengua de Pedro Juan y Diego y la del jardinero


Epitafio

Un agujero entre las cejas
A fuerza de rascarme esta herida
Y este lenguaje que a nada se asemeja
Muda la almeja encostra el grito y la queja
Como la perla de mi saliva
Quise amor, quise ser profunda
Cavé tan hondo y ya no sé que hacer con esta tumba




3. Dos sextinas

Autor: Gastón Biotti ((Gastón Biotti es Licenciado en Letras de la Pontificia Universidad Católica de Chile, donde actualmente estudia Pedagogía en Educación Media. Durante los últimos años ha participado en diversos talleres y encuentros como Muchísima Fé en la Poesía (2009) y el ciclo de lecturas Chancho Seis (2009).))

(Pontificia Universidad Católica de Chile, Santiago, Chile)

E-mail: [email protected]


Pasar pisando pueda en cada losa,
colillas coja en tanto no hayan besos.
Que ayuno de ellos guarda el que anda a pata,
mañana, tarde, y noche sigue al sol.
Pasar pisando pueda en cada poza
y engañe así a la sed su acuoso son.

Mas no tan sólo engaño sea el son
ni el paso errante vaya en cada losa;
insista en ir acorde, poza a poza,
pues más colillas nunca harán un beso
ni harán que el paso deje arriba el sol:
insista y no se engañe el que ande a pata.

Que es toda lluvia y cielo aquella pata
que cae en calle e inunda oleando un son
al paso parco en que anda arriba el sol
posando un peso que arde en toda losa,
desierto y vasto vientre ayuno en besos,
que es sed su ayuno y algo ayudan pozas.

Entonces surco a surco colme pozas
y apriete el paso y ponga al piso patas,
quizás debajo el vasto vientre un beso
perdido salga a flote y surque el son.
Colillas coja entonces, losa a losa,
mañana, tarde, y noche siga al sol:

cuando una untada en luz que abaja el sol
se bañe en sed, naufrague, poza a poza,
o en calle seca encalle en cada losa,
quererla entera quiera el que anda a pata.
Y lleno ya el bolsillo, que hartas son,
de boca al vasto vientre abaje un beso.

Más que uno solo abaje varios besos,
porque uno untado en luz que abaja el sol
volver colilla es fácil, si es que el son
que en boca abaja y bebe en cada poza
no aprieta el paso y pone al piso patas
surcando el vasto vientre, losa a losa.

Que un beso esconda entonces toda losa.
Que a pata no se pille nunca al sol.
Y en cada poza el paso explote un son.



¿Para qué, para qué, me das pañuelo,
pañuelo, pañuelo, para llorar?
Pañuelo, pañuelo negro quisiera,
pañuelo, para ponerme a bailar.
Isabel Parra.

De poco en poco alzándose oigo al polvo
llevarse entera en aires a esa tierra
que está extendida atrás de esta alta reja.
Y poco a poco echándole ambas manos
a tanto alambre subo cada pata
para ir trepando igual, del suelo al cielo.

Recuerdo al ver ondear azul al cielo
que a veces no es el viento el que alza al polvo.
Podría ser el golpe de hartas patas
quien lleve entera en aires a esa tierra,
como es quien llévame alto a mí la mano
que trepa haciendo ruido en la alta reja.

Quisiera, así, que el ruido de esta reja
sacuda entero al manto azul del cielo
cuando oigan alto el son que dan mis manos
y lo hagan dar vaivenes mil al polvo
yendo una y otra vez a ras de tierra
los tan porfiados golpes de hartas patas.

Porque hartas no son dos, son tantas patas
poniendo el paso erguido en la alta reja
para ir surcando el aire hasta esa tierra
que el ruido inmenso enrosca todo el cielo.
Y así, nublado y gris, mojando al polvo
se va lloviendo al son que dan las manos.

Porque ellas no son dos, son tantas manos
tañéndolo alto al son que al fin las patas
por ir surcando el aire igual que el polvo
resbalan a ambos lados de esta reja,
tal cual resbala arriba todo el cielo
colmando de agua el aire hasta esta tierra.

Que el barro en mares me hunda a ras de tierra
da igual cuando es porfía de hartas manos
ondear entero al manto azul del cielo.
Porque ellas van a darle a tantas patas
de nuevo el son tañido en la alta reja
para ir alzándose alto igual que el polvo.

Porfiando en que es la tierra nuestra el polvo
será surcada al fin con mano y pata
la reja, gris andamio de estos cielos.






Citar como: Anwandter, Christian, Paula Cucurella y Gastón Biotti. “Poesía verbal.” Revista Laboratorio 4 (2011): n. pag. Web. <http://www.revistalaboratorio.cl/2011/06/poesia-verbal-2/>