Prosas (selección)

Autor: Hugo Gola ((Hugo Gola nació en Pilar, provincia de Santa Fe, Argentina, en 1927, y vive en México desde 1976, donde ha realizado una importante labor de traducción y crítica de la poesía contemporánea mediante las revistas Poesía y Poética (1990-1999) y El poeta y su trabajo (fundada el año 2000). Sus últimas publicaciones poéticas son Filtraciones. Poemas reunidos (México: Fondo de Cultura Económica, 2004) y Retomas (Córdoba: Alción Editora, 2009).))

(El poeta y su trabajo, México DF, México)

E-mail: [email protected]


RESUMEN ((Nota de los editores: estos textos fueron originalmente publicados en el libro Prosas (Córdoba: Alción Editora, 2007). Agradecemos a Hugo Gola su autorización para incluirlos en Laboratorio.))
Estas notas reflejan diversas miradas sobre la poesía contemporánea, incluyendo su relación con las formas del pasado, sus similitudes y diferencias con la ciencia, y sus posibilidades de expresión y conocimiento.
Palabras clave: poesía contemporánea, poesía y conocimiento, silencio.
ABSTRACT
These notes reflect different views on contemporary poetry, including its relationship with past forms, its similarities and differences with science, and its possibilities of expression and knowledge.
Keywords: contemporary poetry, poetry and knowledge, silence.


Todo verdadero poema es una composición que contiene, preserva y transmite la energía que le dio origen, sin permitir que ésta se derrame, se destruya o se pierda. Mientras se lo escribe, el poema va evolucionando, desplegándose, con el fin de cumplir esa finalidad, incierta pero inevitable. Al desarrollarse el poema, configura su propia forma, una forma que no existía antes de la escritura sino que es engendrada por el juego de la mente, el lenguaje y el silencio.

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Quienes adoptan formas literarias usadas profusamente en algún otro momento de la historia, revelan, además de una probable cobardía, la negación de aquellas obras que dicen admirar. La belleza sólo se obtuvo en cualquier tiempo con riesgo e imaginación. Penetrar lo real y descubrir su significado fue, siempre, la tarea del artista. Se sirvió para ello de una suma de instrumentos, conocimientos, experiencias, que los hombres fueron acumulando en su historia. Estos recursos, naturalmente, varían. De allí que cada período tenga que elaborar sus propios medios. Las formas con que estas respuestas llegan a nosotros son, por lo tanto, diferentes. No hay forma válida para todo tiempo y lugar, y aun si se quisiera repetir formas que provienen de un pasado prestigioso, su significado actual no sería el mismo. Cada lectura de esas obras «perfectas», realizada en tiempos distintos al de su origen, coloca el acento en otros aspectos de aquella obra. No hay modo de ubicarse en un lugar equidistante. El tiempo es el que determina nuestras preferencias. Quien se apega a aquellas formas pasadas, por creer que la tradición supone una verdad intemporal, no entiende que la tradición es apenas una referencia de lo que otros hombres hicieron, y que sólo como tal puede servir, pero ese pasado está incapacitado para dirigir el presente. Vale como pasado, no como modelo.

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No deja de sorprender aquello que los críticos suelen descubrir en la lectura de un poema. Algunas veces un poema contiene expresiones similares a las que utiliza la filosofía o la ciencia. Sin embargo un poema, cuando usa palabras semejantes y aún idénticas a la filosofía, por ejemplo, se dirige a otro lugar. La palabra del poema filtra, asocia, sugiere, alude, vincula. Todas éstas son cualidades que difieren de la palabra que explica, informa, demuestra. Pasar sin más de un campo a otro suele producir una violencia en la naturaleza propia de estos lenguajes. El resultado de este olvido puede ser pernicioso para la poesía y equívoco para la crítica.

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Al igual que el poeta, el hombre de ciencia, aparentemente limitado por un uso constante de la razón, suele tener iluminaciones. Paradójicamente, estos momentos excepcionales son los que permiten dar saltos en el conocimiento científico. Habría que agregar, sin embargo, que estos instantes excepcionales sólo les suceden a aquellos que dedican su vida a la búsqueda consciente y sistemática de objetivos o metas establecidos con anterioridad.

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Quizás la mayor penetración en la realidad, y la mayor aproximación a ella, sea la que se obtiene mediante la literatura y el arte, aunque su lenguaje no tenga la precisión de las matemáticas y frecuentemente sea ambiguo, alusivo, y su objeto no sea describir ni demostrar nada.

Por eso mismo, la palabra del poema, por ejemplo, suele ser imprecisa, equívoca, y esa característica que algunos impugnan, quizás sea lo que permita revelar mejor la naturaleza multifacética de lo real. Ciertamente la realidad no es verbal y querer penetrarla con un lenguaje conceptual es tarea vana. No es que el lenguaje conceptual sea inútil, sino que tiene una validez limitada. Este límite le resulta difícil de aceptar a aquellos que reclaman siempre respuestas lógicas. Tal vez por eso el lenguaje del arte sea el que más se preste para, en definitiva, penetrar esa selva y, quizás, en alguna medida, comprenderla.

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Cada vez me atrae más la idea de la poesía como un «no decir». No la adhesión que suele producir la palabra que enumera, o cuenta, sino aquella revelación que la palabra aislada, cargada de silencio puede originar. La palabra sumida, hundida, inmóvil como un animal estático, que sólo por la respiración sabemos que está vivo. Una palabra que se niega a seguir la ruta prefijada de la comunicación para llevarnos a convivir con la oscuridad y el misterio. La palabra poética tiene ese rostro, que difiere radicalmente de cualquier otro. Los que más me entusiasman son aquellos poetas que tienden al silencio. Un simple garabato sobre la página blanca esboza un gesto, es una incisión reveladora, un trazo zen, que todo lo sugiere o que todo lo expresa con el silencio.


Citar como: Gola, Hugo. “Prosas (selección).” Revista Laboratorio 0 (2009): n. pag. Web. <http://www.revistalaboratorio.cl/2009/03/prosas-seleccion/>