Traducciones

1. Un fragmento de Catatau de Paulo Leminski

Autor: Reynaldo Jiménez ((Reynaldo Jiménez nació en Lima, en 1959 y vive desde 1963 en Buenos Aires. Ha publicado numerosos libros de poesía y ha dirigido el sello editorial tsé-tsé. Dentro de sus traducciones se destaca la versión íntegra de Galaxias de Haroldo de Campos, publicada por La Flauta Mágica. Su blog es http://quepodriaponeraqui.blogspot.com.))

(Buenos Aires, Argentina)

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El horror de la naturaleza que el vacío intenta llenar en vano… Resumus populisque? ¡Isaaktamente! Vlamsche zoo zong, de zonne, de man klakke en palullen… Gaa in vree! Subió de balde como en una octava… ¿Qué anda al sabor de los surcos del vulgo, quién dejará de honrar con la más alta categoría de su certeza, sabiendo que caso contrario tendrán que seguirlos en la punta de los piélagos hasta los desfiladeros tartesios? Que es rápido, luego llega luego, — parte con pose de certeza y vuelve, vierte y vuelta, mancando de una duda. Ya hace un temporal que pasó a pie enjuto por donde muchos se ahogaron. Mundo suciedad no me sale de la lente del entendimiento. Considero el tiempo y contemplo lo astral, mejor dejar la constelación Descartes para un aquíyace más oportuno. Sabedores del mañana, concentrando reminiscencias de los remanentes, leerán letras junto a mi cuerpo neutro, enseñando a los futuros cosas pósteras. Muerte venida, un texto me garantiza la eternidad, el árbol me crece el nombre en la cáscara. ¿Allá encima, hijos quedaremos en sangre o en estrellas? O pasaré como pasa el bicho hacia dentro de otro bicho, inscrito en un organismo y un siguiente esperando la vez, círculos concéntricos en un ciclo sin fin, el bicho A conteniendo al bicho a, contiene al bicho b (cada bicho resulta del pasaje de bichos infinitos por un apetito estratégicamente instalado). — ¿Un tornillo arquimédico? La caspa de los rodetes cae en cascadas sobre el caparazón de los caracoles, se atraganta en el esputo, el pico de los bichos se encapricha y pasa un garabato raspando en el movimiento del obispo por la crosta de los arabescos, degluten todo en un solo ombligo, el rabito chispea en el mucoso rayón de un surtidor, queda el cuchicheo. ¡Engrugrugrugrudó! ¡Pacatatupiyavaré! ¡Hágase conforme a vuestro bel parecer, oh decadente en cada diente, descendiente desde todo y siempre! Se volatilizan y ni un velo de terciopelo voluble se sensibellizca. Los brutos, el bruto, la bestia, el bicho y el hombre de barro, cuerpo es cuerpo, quedo solo en el tocón, el coto del tronco, el coco, la coz, el coito, el cuero, el cóccix, el culo. Animalia, gentuza, alimaña, genitalia. El cargo curva al bicho: el fardo de heces, las alforjas de los ojos en las peripecias de la vida embarazándose en las ramas de los árboles, las varas de los huesos en una tremenda malaria verde, los cachos de músculo y un corazón pateando la estrella masticada en la caja del pecho, camina tropezador hacia la cueva donde se esconde el sol. El cuerpo pretendido por mosquitos, jaguares y caníbales. Toda avispa quiere poner su aguja, toda bestia su bosta, toda cobra su ponzoña, todo toupinambaoults su saeta: calma, Messieurs, habrá para todos. ¡Ahora, señora pereza, vaya a cagar así en la catapulta de Paris! Como que sólo entonces nos ocurre percibir que todas las cosas desta esfera sublunar tienden a reposar en el centro de su peso. ¡Todo indica, suelo! Mi cabeza, donde es fácil, quiere ver estiércol en la órbita de los astros incorruptibles… ¡A ese ahí, suelto este ay! ¿Qué diferencia hago yo del cirio que derrite? Lo propio. El ahí colabora con la iniciativa abasteciendo materia para el símil. El día en que mierda fuere merienda, ¡pobre de mí que nací sin culo! Sobre mi cabeza el perezoso caga jaleas oportunas para satisfacer al más fino de los paladares, los más salvajes dentre los sentidos, sólo sabiendo de ananás, ad primum ergo, ananá, ad secundum, distinguo, substantialiter, abacater, aguacate, formaliter abacaxi, sí, liquet, claro como el día… Gracias ahí que estamos así. El bicho me abrumaploma por las trayectorias que enrumba. No intentes convertir a aquel que ya se volvió todos sus reversos y salió desileso. A buen entendedor, a mediados de la palabra, nos entendemos. Medio camino andado. Me disculpo por las disonancias de lo que digo pero cada uno habla lo que tiene en la boca. ¿Los Padres del Desierto no se ponían piedras en la boca para aprender a callar? ¡Pues hubo quien ahí las pusiese para aprender a hablar! Habló piedra, está en la piedra. Yo que entupo la boca y estufo el pecho con humo, ¡diga como hablo pero no hable como haga! Fantasmas, miasmas, larvas, vapores y palabras, dan margen a los apetitos de lujuria y gula. Pensando murió el burro de Buridán de hambre y de sed ante el fuego y el agua porque no disponía de libre albedrío y por lo tanto moriría de cualquier manera de hambre y sed ante linfa y legumbre. ¿Qué catástrofe escojo? Inhalo malos espíritus, el alma que anima todo eso. Carece el fuego del agua, su antítesis demótica, de la tierra, su base, del aire, su ambiente, para obrar, su ser, pero el estar de la tierra, agua y aire para permitirlo no valen el obrar del fuego después de prevalecido. Luz del fuego, el Mayor de los elementos, ampara mi lámpara, mampara a mis antepasmados. ¿Ahora, mayor, está al fin de qué? ¿De? ¿No tiene de qué? Vea nomás, una situación que no se puede entender, da que pensar un rato, ¿no piensas así? La línea de la frente como si un rayo la fulminase es conducida como si el imán la atrajese por un punto de interrogación. Cosiendo una línea de referencia a través de su diagonal, conduciré un razonamiento a otras series de áreas, pastor o impostor. El pastor vive tanto tiempo con las ovejas que ya siente los primeros resquicios de vagidos de balar royéndole todo por dentro: de cada tres pelos que se erizan debajo de la ropa de piel de cabra, uno se yergue, si pasas los ojos, frótalos y haz fuerza para olvidar que está un pelo de cabra sin quitar ni poner ni dejar de señalar como tantos otros iguales a sí se hacen en el interior de aquel cepillo. El pastor aprende allí parado la serenidad que es susto sin mácula debajo. La constancia de su frecuencia entre ovejas lleva un día a sólo volvieren las ovejas a casa. Primero: el pastor mira fijo, divisa y se le antojan las ovejas como una otra cosa distinta de sí, en seguida las desprecia; ese desprecio entonces lo aísla y daña. En medio de las ovejas que pastan calmas entre las patas pelos, cabellos y cejas, decide descender al suelo y pasta, pastor y apacentado, — constituido en pura pecuaria, — descubierta su naturaleza pastoril, id est, de oveja, — pastor al unísono con el coro de ovejas. El pastor carga sus ovejas por dentro, interioriza el rebaño, asimila la pascua y desaparecen pastor y rebaño, apacentar, pastar y pasto, — el celo de ir a cero. ¿O no es así? Sólo digo animaladas. ¿Eso es pensar? Un genio maligno impele su rebaño de ovejas negras, de pensamientos retorcidos en los campos de mi discernimiento, es el entrometido, un azogue. ¡Pague mis despésames! Y pretendo pensar, ¿cómo pasar sin? Cabeza vacía, taller del diablo. ¿Cómo impedir ese peso suspenso sobre la cabeza de agravarse? La labor de pensar grava y no me compensa: modulo lentes, esta melodía oigo en el ojo, canto el entendimiento canción. Disloca el globo, quedo sísifo hasta el fin. ¿Cómo vivir en la flauta entre las cañas de Brasilia? En que pese al vacío, ni vano, ni silencio; entupida de azúcar en el punto de cortar. Y se me cae esa pereza ahí desde la rama, — desmorona esta mental Arcadia que elaboro. Desde lo alto deste olimpo, esta tebaida me entibia… ¡Acompañar la pereza de los bichos, apañar sereno esperando a Artyscewski cansa y fumar esto da un hambre! Las cristalinas esferas celestes articulan las pitagóricas armonías y los platónicos silencios, modelándome esta luneta. El solo pensar ese bicho basta para pasar la noche en claro y el día en tinieblas. ¿Cómo entró ese cáncer en mi máquina? Aquí me falta todo y nada me aparta de ahí, ya vi todo. Un monasterio allí, una alameda allá, una torre en la cima dese morro, personas en lugar desas piezas, cualquier otro en vez deste descarte, ¡ah!, Brasilia, ¡fueras exacta y no fueras! Ojalá tus troncos cilindros, tus urbes partituras de cantollano, las calles pautas, tus ríos, — sicut et in Batavia: el mundo salió de la cabeza de Dios geometría vista bajo el agua, comenzó a quedarse tuerto y yo a quedar tonto. Y Artyzchewski por ahí con ese sodomita y hematófago Antony Guarawassaway… Nada puedo contra los hechos. ¿Es la araponga o es el herrero de brasílicos o quilombolas batiendo catanas en la canícula? Cabeceo un pensamiento levantando la culpa de todos los pesos. ¿A qué mundo de la luna aspira Atlas que sostiene una cabeza a guisa de mundo? ¡Feliz Bautista a quien le hicieran el obsequio de cortarla! Un ángulo inscrito en un plano saborea la cuadratura del círculo. Monasterio conmigo a las espaldas, el caracol cara de monje. Mal puedo con mis grillos, ¿cómo darle sala a las boas, tatús y perezas? No tengo hijos desa especie. ¿Dónde es que nos estamos que el demo con tales artes, nos ubicumque vult fert? Pastorea estas bestias extrañas quien quería comprenderlas. Los antiguos abrían bueyes para ver futuro en estructura de tripa: ejércitos en fuga, granizo, ríos en desborde, gente sangrando, espadas fuera de vaina, cosechas, ciudades incendiadas. Más reciente, separé en pedazos para que me admitieran en los círculos más allegados a las intimidades de la vida. Ciencia es eso, llegó allí, se paró: las navajas se hicieron precisas. Ya disequé mucho: la lámina cortó donde la cabeza debía entender, dividí en menudos para darme por satisfecho. Advierto que no hay bicho que yo entienda. Mayor el ojo, más denso queda, el tamanduá se tamanduíza con toda la fuerza: queriendo captar su verdad en un parpadeo y en un cambio de lente, percibirlo de entrada. Tal vez, empero, no vale la pena. Ninguno vale un cuadrado, un círculo, un cero. ¿Y a mí qué me interesa? De aquí a lo infinitamente grande o a lo infinitamente pequeño, la distancia es la misma, tanto hace, poco me importuna. Allí canta la máquina-pájaro, allí pasta la máquina-anta: allí caga la máquina-bicho. No soy máquina, no soy bicho, soy René Descartes, por la gracia de Dios. Al enterarme de eso, estaré entero. Fui yo quien hizo ese mato: salgan de él, puentes, fuentes y mejoras, periplos bugres y poblados batavos. ¡Yo expendo Pensamientos y yo extiendo la Extensión! Pretendo la Extensión pura, sin la escoria de vuestros corazones, sin el menstruo desos monstruos, sin las heces desas reses, sin la brutalidad desas tesis, sin las bostas desas bestias. ¡Abajo las metamorfosis desos bichos, — camaleones robando color a la piedra! Polvos en seco: ¿en el huevo quién se dio antes en el otro, un ala en la línea del gajo o un salto en busca de agasajo? No saben qué hacer de sí, los insectos toman la forma de la hoja; mimesis. ¿Y la forma? ¡Cosas de la vida! ¡Venid a mí, geometrías, figuras perfectas, — Platón, abre el corral de arquetipos y prototipos; Formas geométricas, embestid con vuestras aristas únicas, ángulos imposibles, hilos invisibles a simple vista, contra lo bestial destas bestias, sus mentones barbudos, cuerpos contorsionados, picos embarazosos de explicar, cuernos confundidos por mutaciones, ojos en rodaja de cebolla! ¡Venid círculos contra los tamanduás, cuadrados por tucanes, losanges versus tatús, bienvenidos! ¡Mi ingenio contra esos ingenios! ¡La sed que suma hiede que hambrea! Me falta realidad. Allá cabalga la pereza que más se me parece, más no puede la arcilla humana. Apenas alguien que sabe decir no. Desde los verdes años, me tentaron el eclipse y la economía de los esquemas. Eximio entre los más hábiles en los manejos de ausencias, busqué apoyo en los últimos reductos del cero. Fue la época en que más prestigié el silencio, el ayuno y el no. La geometría. Casi no pensar. Cuadrado es casi nada. Un círculo prácticamente falta, trazar una línea a la vera del ocio: pensar un problema de geometría es desviar de un vuelo sin dar un nulo pío. Cuando geómetra, ser si a lo que hay de más nada. ¿Quién soy yo para cambiarlo? Esa araña geometrifica sus caprichos en la Idea desa tela: enmaraña la máquina de líneas y está esperando que le caiga a ciegas un bicho dentro: ahí trabaja, ahí cela, ahí huelga. Camina en el aire, se sustenta en éter, obra de nada: no vacila, no duda, no yerra. Organiza el vacío avante, palpa, papa y palpita, resplandeciente en la nada donde se engasta y agárrase por la alhaja en que plumapena, desierto de rectas donde la geometría no corre riesgos pero se caga. Esta desolación del verde en este desierto lleno se está valiendo de mis hechos de armas y pensamientos. ¿Sabes con quién estás hablando? Cultivé mi ser, me hice poco a poco: me constituí. Las letras me nutrieron desde la infancia, mamé en los compendios y me abrevé de las nociones de las naciones. Cotejé índices y consulté episodios. Desaté el nudo de las actas, manipulé manuales e investigué tomos. Ojo nocturno y diurno, recorrí las letras en caminos: tropecé en las comas, caí en el abismo de las reticencias, yací en las cárceles de los paréntesis, roté la muela de las mayúsculas, adelgacé el nudo gordio de las interrogaciones, el florete de las exclamaciones me transpasó henchida de callos la mano hidalga doblando páginas. En descifrar enigmas fui Edipo; enrollar cogitaciones, Sísito; en multiplicar hojas en el aire, otoñuno. Frecuenté guerras y campamentos; asiduo en el atrio de las basílicas, crucé mares, pisé el mástil de los navíos, el mármol de los palacios y la cabeza de las cobras. Estoy con Parménides, fluyo con Heráclito, trasciendo con Platón, gozo con Epicuro, me privo estoicamente, dudo con Pirro y creo en Tertuliano, porque es más absurdo. Linterna en mano, toqué a la puerta de los volúmenes mendigándoles el sentido. Y en la noche oscura de las bibliotecas me iluminaba el cielo la luz de los asteriscos.


Ver entrevista a Reynaldo Jiménez aquí.




2. «Annaelle fa betos» de Eran Tzelgov

Autor: César Cabeza Roura ((César Cabeza Roura nació en Mahón, Isla de Menorca, en 1978. Escribe poesía desde muy joven y estudió Escritura creativa en Madrid. Más tarde Filología Clásica, Hebrea y Asiriología en Barcelona. Pasa dos años de estudios de Hebreo moderno en Jerusalén, y actualmente es librero, traductor y profesor de Hebreo Bíblico.))

(Barcelona, España)

E-mail: [email protected]



Dedicado a Annaëlle fa-Betos



Apar tyr de aho rade otrama nera
kada ves deeferente
novol vera repetyrot raves
talco mose o ye, se’eskrybe
nopa raelojo
solam ente parael oídode keen
nof ue ala eskwela
ke noapren dyo ale er
ke aoon nosa beskrybyr ¡yo!
peroya sabeg ritar ¡ay!
no ay ket ener myedo des kuchar
puesa si
loser rores tam biensuen anbyen
to dosva lee dos
sinormas
sola mentes onido syd olor
syemprek or ektos
espe rando ensi lenciok homom wertos de ambre
asy kede ah ora inad elanten ada dem yedo
por ke, ¿de ké tienemied o elke not yenel engua?

¿delos vesinos?

Ver poema aquí.


3. Poemas nuevos (selección) de Endre Ady.

Autor: Román Antopolsky ((Román Antopolsky nació en Buenos Aires, en 1976. Ha publicado los libros de pomeas ádelon (2003), Cythna en red (2008) y Amor Islam (2011), así como numerosas traducciones de poesía, ensayo y filosofía a lo largo de las Américas. Su sitio web es www.antopolsky-roman.net))

(Asylum, Pittsburg, Estados Unidos)

E-mail: [email protected]


Nota del traductor:
A casi cien años de la desaparición de Endre Ady (en 1919) su poesía aún permanece mayormente por redescubrirse. Nacido en 1877 en Hungría en una famila noble venida (hace siglos) a menos, Ady precipitó el ‘modernismo’ en lengua húngara y tomó entera parte en el espíritu (europeo) de decadencia y revolución de su tiempo.
Poemas nuevos (Új versek), de 1906, es nuevo con respecto a un libro suyo previo Poemas (1899), pero también se suma a otros significativos nuevos poemas, particularmente Heine (Neue Gedichte, de 1844; y retrospectivamente a los Neue Gedichte de Rilke, de 1907). No en vano el primer traductor de Ady al español, Pablo László, traducía a Ady en 1928 junto a Heine (y Babits). La siguiente es una pequeña muestra de este libro. El libro nuevo busca hundirse en una tradición magyar de la que Ady a su vez trata de zafarse. Entrar al pantano de una inestabilidad constante y en aumento, es decir estable, para querer salir de él de la mano de un mundo a veces griego, que conoce sólo de segunda mano y que tampoco lo colma de sentido. La figura de esta caída: la de aquel barón de Münchhausen que trata de sacarse a sí mismo del pantano tirando de su pelo hacia arriba. Ady no vence. Y se hunde. Y los poemas nuevos lo miran hundirse.



Murmuro al alba
Mundo, bañado en
rubor, perfecto,
holgado cuerpo a un
festivo, lento placer:
arcana y clara
ciudad beata
de mil lenes nidos.
Ruido santo del alba:
sinfonía de la vida,
vida pródiga,
tus prodigios sean.
Cuántos gozos trinan
y todo a otros,
cuánto oro suena
y todo a otros,
cuánta fuerza en pugna
y toda a otros,
allí cuántas mujeres
y todas a otros,
cuántos placeres nuevos,
y todos a otros,
cuánto impulso irrumpe,
y todo a otros,
cuánto hay,
cuánto grato hay,
cuánto sagrado hay,
y todo a otros.


Al mar un carro rojo
El mar, este ebrio pálido,
ha chupado lava de plata.
La Tierra ahora se agita. En temerosa luz
algo aguardamos febriles.
La orilla de palmeras tambalea,
los feroces cactos se doblan y
los jazmines derraman lágrimas.

Mira, de pronto sombras violáceas
se funden al diluvio
donde a lo lejos el cielo es.
Un carro de alas rojas irrumpe
por entre el agua.
Bate sus plenas alas rojas.
Se detiene. Aguarda. Reposa.

¿De dónde vino? ¿Qué trae? ¿Hace?
¿Viene, un nuevo guía?
Qué rojo el de esas alas no contorneadas.
Rubor de otra alba, llama
¿eres sangre, sangre que urge?
Aguardamos. Y se para, en la púrpura bruma,
el gran, rojo carro.


Exequias en el océano
Contra tierra bretona da el sueño.
Dormimos blancos, mortuoriamente
en el mar, un paraje invierno y gris.

Llegan muchachos bretones robustos.
Y doncellas con cofias, serias, vírgenes
entonando un doloroso canto, uno divino.

Bruma y cántico. El mar en estrépito.
Nos llevan a un arca roja entre
lágrimas, flores y miedo.

En la ráfaga de este invierno el viento redobla.
Nuestra arca roja galopa hacia el océano
y corremos blancos, mortuoriamente.




4. «Poema escrito después del 11 de Septiembre/2001» de Juliana Spahr

Autor: Carlos Soto Román ((Carlos Soto Román ha publicado La Marcha de los Quiltros (1999), Haiku Minero (2007) y Cambio y Fuera (2009). Actualmente reside en Philadelphia, donde participa activamente de la escena poética local como miembro del colectivo “New Philadelphia Poets”. Parte de su nueva obra puede leerse en la revista Dear Navigator.))

(Philadelphia, Estados Unidos)

E-mail: [email protected]




Esto es lo que hay:

células, el movimiento de las células y la división de las células

y luego el latido general de la circulación

y las manos y el cuerpo y los pies

y la piel que rodea las manos, el cuerpo, los pies.

Esta es una forma,

una forma de sangre golpeando y células dividiéndose.

Pero afuera de esta forma hay espacio.

Hay espacio entre las manos.

Hay espacio entre las manos y espacio alrededor de las manos.

Hay espacio alrededor de las manos y hay espacio en la pieza.

Hay espacio en la pieza que rodea las formas de las manos,
del cuerpo y los pies y las células de todos y el latido contenido
dentro.

Hay espacio, un espacio irregular, hecho por este molde de cuerpos.

Este espacio entra y sale de los cuerpos de todos.

Todos los que tienen pulmones respiran el espacio adentro y afuera como todos
los que tienen pulmones respiran el espacio entre las manos adentro y afuera

como todos los que tienen pulmones respiran el espacio entre las manos y
el espacio alrededor de las manos adentro y afuera

como todos los que tienen pulmones respiran el espacio entre las manos y
el espacio alrededor de las manos y el espacio de la pieza adentro y afuera

como todos los que tienen pulmones respiran el espacio entre las manos y
el espacio alrededor de las manos y el espacio de la pieza y el
espacio del edificio que rodea la pieza adentro y afuera

como todos los que tienen pulmones respiran el espacio entre las manos y
el espacio alrededor de las manos y el espacio de la pieza y el
espacio del edificio que rodea la pieza y el espacio de
los barrios cercanos adentro y afuera

como todos los que tienen pulmones respiran el espacio entre las manos y
el espacio alrededor de las manos y el espacio de la pieza y el
espacio del edificio que rodea la pieza y el espacio de
los barrios cercanos y el espacio de las ciudades adentro y afuera

como todos los que tienen pulmones respiran el espacio entre las manos y
el espacio alrededor de las manos y el espacio de la pieza y el
espacio del edificio que rodea la pieza y el espacio
de los barrios cercanos y el espacio de las ciudades y el
espacio de las regiones adentro y afuera

como todos los que tienen pulmones respiran el espacio entre las manos
y el espacio alrededor de las manos y el espacio de la pieza y
el espacio del edificio que rodea la pieza y el espacio
de los barrios cercanos y el espacio de las ciudades y el
espacio de las regiones y el espacio de las naciones adentro y afuera

como todos los que tienen pulmones respiran el espacio entre las manos
y el espacio alrededor de las manos y el espacio de la pieza y
el espacio del edificio que rodea la pieza y el espacio
de los barrios cercanos y el espacio de las ciudades y el
espacio de las regiones y el espacio de las naciones y el espacio de
los continentes e islas adentro y afuera

como todos los que tienen pulmones respiran el espacio entre las manos
y el espacio alrededor de las manos y el espacio de la pieza y

el espacio del edificio que rodea la pieza y el espacio
de los barrios cercanos y el espacio de las ciudades y el
espacio de las regiones y el espacio de las naciones y el espacio
de los continentes e islas y el espacio de los océanos adentro y
afuera

como todos los que tienen pulmones respiran el espacio entre las manos
y el espacio alrededor de las manos y el espacio de la pieza y
el espacio del edificio que rodea la pieza y el espacio
de los barrios cercanos y el espacio de las ciudades y el
espacio de las regiones y el espacio de las naciones y el espacio
de los continentes e islas y el espacio de los océanos y el
espacio de la troposfera adentro y afuera

como todos los que tienen pulmones respiran el espacio entre las manos
y el espacio alrededor de las manos y el espacio de la pieza y
el espacio del edificio que rodea la pieza y el espacio
de los barrios cercanos y el espacio de las ciudades y el
espacio de las regiones y el espacio de las naciones y el espacio
de los continentes e islas y el espacio de los océanos y el
espacio de la troposfera y el espacio de la estratósfera adentro y
afuera

como todos los que tienen pulmones respiran el espacio entre las manos
y el espacio alrededor de las manos y el espacio de la pieza y
el espacio del edificio que rodea la pieza y el espacio
de los barrios cercanos y el espacio de las ciudades y el
espacio de las regiones y el espacio de las naciones y el espacio
de los continentes e islas y el espacio de los océanos y
el espacio de la troposfera y el espacio de la estratósfera
y el espacio de la mesosfera adentro y afuera.

En este pequeño todo girando y siendo respirado adentro y afuera
por todos los que tienen pulmones durante todo el tiempo.

Entonces todo aquello entrando adentro y afuera.

El ingreso adentro y afuera del espacio de la mesosfera en el
ingreso adentro y afuera del espacio de la estratosfera en el ingreso
adentro y afuera del espacio de la troposfera en el ingreso adentro y
afuera del espacio de los continentes e islas en el ingreso adentro y afuera de
del espacio de las naciones en el ingreso adentro y afuera del espacio de
las regiones en el ingreso adentro y afuera del espacio de las ciudades en
el ingreso adentro y afuera del espacio de los barrios cercanos
en el ingreso adentro y afuera del espacio del edificio en el
ingreso adentro y afuera del espacio de la pieza en el ingreso adentro
y afuera del espacio alrededor de las manos en el ingreso adentro y afuera
del espacio entre las manos.

Cuán conectados estamos con todos.

El espacio de todos que recién ha estado adentro de todos mezclándose
adentro de todos con nitrógeno y oxígeno y vapor de agua y
argón y dióxido de carbono y esporas de polvo suspendidas y bacterias
mezclándose adentro de todos con azufre y ácido sulfúrico y

titanio y níquel y partículas insignificantes de silicio provenientes de vidrio
y hormigón pulverizado.

Cuán hermosa y cuán condenada esta conexión de todos los que tienen
pulmones.

Brooklyn, New York




Citar como: Jiménez, Reynaldo, César Cabeza Roura, Román Antopolsky y Carlos Soto Román. “Traducciones.” Revista Laboratorio 5 (2011): n. pag. Web. <http://www.revistalaboratorio.cl/2011/12/traducciones-2/>